«Mi abuelo se sintió culpable por lograr sobrevivir a los campos nazis»
La actriz Inma González cuenta las penalidades que sufrió su familiar en el centro de exterminio austriaco en la obra 'Mauthausen, la voz de mi abuelo', que abre este lunes el Festival de Teatro Ciudad de Palencia
Más de 7.200 españoles sufrieron las duras penalidades del campo de concentración nazi de Mauthausen y cerca de 5.000, murieron. Entre los supervivientes ... se encuentra Manuel Díaz, abuelo de Inma González, que ha decidido contar su historia para que no quede en el olvido. Inma ha creado un espectáculo unipersonal, dirigido por Pilar G. Almansa, 'Mauthausen. La voz de mi abuelo', en el que va relatando los hechos que allí vivió su abuelo, un hombre que usó el humor como fortaleza para salir de ese infierno con vida. Una función que inaugura este lunes día 13 de septiembre (20:30 horas en el Teatro Principal) la XLII edición del Festival de Teatro Ciudad de Palencia.
–Se suele dar la circunstancia de que muchos de los que sufrieron el horror de los campos de concentración nazis no quieren contarlo. ¿Ocurría así con su abuelo?
–Sí que ocurrió con él, tardó bastante en abrirse. Creo que tenía miedo a que no creyeran lo que contaba y también se sentía culpable por haber sobrevivido cuando un montón de compatriotas fallecieron en los campos. De hecho, no hablaba con la familia directamente. Concedía entrevistas a historiadores y ese testimonio que tengo grabado es el punto de partida de esta representación. Ahora, por suerte, se está escuchando más lo que les pasó a los deportados. Después de todo lo que ocurrió, mi abuelo conoció a mi abuela y en Francia nació mi madre. Al cabo de unos años volvieron a España, donde permanecieron un tiempo, pero al no estar a gusto bajo la dictadura de Franco decidieron volver a Francia y mi madre permaneció aquí con una hermana de mi abuelo, con lo que yo de pequeña apenas mantuve contacto con él. Pensaba que estaba en Francia por el exilio de la Guerra Civil, no sabía que había padecido tanto y cuando cumplí 25 años mi madre me entregó la grabación de la entrevista y con eso completé su historia.
–¿Se ha documentado a través de algún historiador?
–Todo el trabajo de creación y construcción del texto es de Pilar Almansa, junto a ella hicimos el proceso. Hay mucho tiempo de documentación y visionado de cintas.Desde que me enteré de la historia, ha sido todo un viaje para ir empapándome de todo.
–Después de la Guerra Civil, vivir en campos de concentración en Francia al cruzar la frontera y después en los campos nazis fue una vida muy dura la de aquellos españoles...
–Desde luego, y además, después de la liberación de los campos, eran los apátridas, no tenían un país donde regresar. En España seguía la dictadura de Franco y eso lo hacía todo mucho más duro, sobre todo después de lo que se sufrió.Muchos no pudieron volver a ver a su familia.
–¿Cuánto tardó su abuelo en regresar a España?
–Mi abuelo pudo regresar gracias a un papel que le firmó el marido de mi tía abuela, que era falangista. Gracias a ese documento pudo entrar en el país más o menos tres años después de que acabase la II Guerra Mundial.
–Este proyecto está recorriendo el país desde 2018. ¿Cuándo se le ocurrió que debía ver la luz?
–Cuando conocí la historia, ya me dedicaba al teatro y supe que quería darle forma, pero el tiempo fue dilatando el proyecto, aunque creo que para bien, y ha llegado cuando tenía que llegar. Pensé en Pilar, se lo propuse, se subió al barco y el encuentro fue muy bonito porque nos entendemos muy bien. El proceso fue a fuego lento.
–Su abuelo utilizaba el humor para escapar de la barbarie nazi. Se puede decir que fue el Roberto Benigni español....
–Sí (risas). El sentido del humor de mi abuelo le ha acompañado siempre y en las grabaciones se respira. Eso se ha trasladado muy bien desde el texto a la escena. Se agradece porque es un tema muy duro. Es un ir y venir entre el humor y la tragedia.
–Tras la liberación del campo, ¿siguió conservando ese humor que le caracterizaba?
–Desde luego, era un cachondo. Siempre le recuerdo con el chascarrillo. De hecho, Benito Bermejo, historiador español especializado en el estudio de los deportados españoles a campos de concentración nazis, me recordaba el humor que tenía y que acababan llorando de la risa.
–Una obra en la que solo aparece usted como protagonista contando la historia de su abuelo. ¿Existe una emoción especial después de cada función?
–La verdad es que sí. Me une algo especial que es el deseo de contar su historia. Cuando termino la función me voy con una sensación de liberación importante.
–Después de conocer su historia, ¿ha visitado Mauthausen alguna vez?
–Sí, estuve en 2015 y fue un viaje revelador y me ha servido mucho para entender mejor lo que pasó. Vine muy motivada de allí porque me despegó de la historia de mi abuelo y me abrió a todas las nacionalidades y personas. Coincidía con los actos conmemorativos de la liberación y eso fue revelador, aunque fue una atrocidad lo que se vivió allí.
–De hecho, fueron los españoles los que saludaron a los liberadores a la entrada del campo...
–Sí, realizaron una pancarta para saludarles y eso ha pasado a la historia.
–Después de cada función, ¿con qué mensaje cree que se queda el público?
–Pues no sé que decirle, me ha pillado. Lo que recibo por parte del público, y eso me emociona, es gente muy agradecida y que el espectador sienta eso es muy importante para mí. No es lo mismo estudiar el tema en los libros a que te lo cuenten en persona, eso tiene otro enfoque.
–De hecho, la acogida no ha podido ser mejor...
–Estamos muy contentos con la obra. Seguimos rodando desde 2018 y es un gusto poder realizar este viaje contando la historia de mi abuelo. En ese recorrido estoy conociendo a mucha gente que me cuenta las historias de sus familiares y eso enriquece mucho.
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