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Anda la actualidad embalada desde hace tanto que cuando un eco permanece hay que parar a escucharlo. El día 21 murió el papa Francisco, hecho ... mayúsculo, histórico, ensordecedor. También esa era la mañana elegida para celebrar el Día del Libro en la Casa de Cervantes de Valladolid. Antaño era un acto menor, un encuentro informal de conversación distendida sin más boato que los amarguillos y el vino dulce con el que los guardianes de la morada del ilustre universal obsequiaban a sus invitados.
Con el tiempo la cita ha ganado en protocolo ya que en ella convergen representantes del Gobierno nacional (la Casa de Cervantes depende del Ministerio de Cultura) y de la Corporación municipal. A la decena larga de autoridades hay que añadir al director del lugar y a la voz elegida para la alocución literaria que este año corrió a cargo de Germán Vega. Pero para cuando el catedrático emérito de la UVA quiso hacer su reflexión sobre los arquetipos que nos representan ante el mundo, ya soplaba un gélido desdén por la calle Rastro.
La crisis diplomática, lo que a escala municipal viene siendo un ataque de narcisismo, se produjo por la diferente interpretación del protocolo. Jesús Julio Carnero, alcalde popular de Valladolid, se enfadó porque no le dejaron cerrar el acto, competencia que descansaba en Nicanor Sen, delegado del Gobierno socialista, al estar en un lugar de su competencia.
El también senador no fue el único contrariado. La coalición de la Corporación municipal –formada por PP y Vox– es poco armónica en su proyección pública. Aunque la sombra de Blanca Jiménez, concejala popular de Turismo, es evidentemente alargada, sus competencias colindan con las de Irene Carvajal (Vox), concejala de Cultura, a quien le costó encontrar hueco entre tan nutrida representación de sus socios. Aquello parecía un fotocol en Barataria, la ínsula soñada por Sancho para realizarse como Gobernador, es decir, para gozar y ejercer el poder, sueño de todos aquellos que entran en política.
Jesús Julio Carnero, decidido a vengar su honor, anunció cuatro días más tarde su plan para resarcirse. Eligió un homenaje a Narciso Alonso Cortés por el 150 aniversario de su nacimiento en el que sí le acompañaban los maceros, honor restado en la anterior convocatoria. Ni el estoicismo del académico vallisoletano ni el idealismo de Don Quijote asistieron al primer edil que propuso «un homenaje a las letras vallisoletanas» en torno al 23 de abril. Alguien glosará a otro alguien ante los invitados que el alcalde considere. El glosador se llamará 'Comendador', en honor al personaje del 'Tenorio', pues el escenario será la Casa de Zorrilla. Y aún se guarda la inminente Casa de Delibes en la manga para futuros desencuentros, aunque quizá esta última sea reserva de Irene Carvajal, por estar en las filas del partido que la impulsó en su última fase.
Así pues, un hecho minúsculo perduró casi tanto como la despedida a Bergoglio, aunque en su pequeñez nada haya de literario.
(Este texto se envió el día 2 de mayo a los lectores de El Norte de Castilla suscritos a la newsletter El rincón de Galatea. La carta se envía a los correos electrónicos de los interesados cada viernes a las 13:00 horas. Si quieres recibirla tu también, actívala en esta página donde, además, puedes conocer todas las newsletter que te ofrecemos).
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