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Con una Cataluña independiente estaría «Barcelona mucho mejor». «De entrada más rica. Aunque parezca ruin y poco simpático, es la verdad que hay que contemplar. ... Gobernar un país que tenga una renta 'per cápita' de una cifra o que tenga el doble, cuenta evidentemente mucho. Por otro lado, tienes más libertad para generar los cambios culturales y económicos necesarios, y sin estos cambios no aparece ningún cambio fundamental en la estructura urbana».
Así se expresaba, en La Entrevista del Domingo (19 de julio 2015) en 'La Vanguardia', Oriol Bohigas, probablemente uno de los profesionales más activos e influyentes en la Arquitectura española y, por supuesto, catalana. Su papel fue determinante en la génesis y transformación de la Barcelona Olímpica y empresas posteriores, como el Fórum de las Culturas. Desde que logró el título de arquitecto (1951), creó el grupo R, en colaboración con otros colegas catalanes, para recuperar la Arquitectura del Movimiento Moderno, desaparecida en la posguerra franquista. Fue el principio de una actividad profesional plena desde su estudio MBM, su labor docente, en su colegio profesional, incluso en su relevante papel político, desde la oposición democrática al franquismo a cargos políticos, como militante destacado del PSC, siendo mentor de la gran transformación de Barcelona, convertida en ciudad de referencia internacional.
En su viaje al independentismo, Bohigas exagera el PIB catalán fuera de España, que aumentaría algo pero muy lejos de duplicarse, y perdería mercados casi exclusivos en algún aspecto (la industria cultural española). Parece propio de Boris Johnson y sorprende la renuncia, autocalificada de «ruin», a la idea de solidaridad dentro de España, en cuya transición política se implicó de forma explícita, pero, tras décadas de militancia, como otros relevantes compañeros, enfatiza esa ruptura sin retorno:
«La relación España-Catalunya ya no es posible. Yo no he pensado seriamente en la independencia hasta hace relativamente poco, porque en realidad, lo que hemos estado pensando todos durante muchos años es que España todavía podía escucharnos y podía hacer un cambio de visión política, que no es solo un cambio de leyes sino un cambio de actitud respecto a lo que representa el apoyo económico de la industria catalana… Quizá, más allá de ser independiente, se ha pasado de querer 'incrustarse' no tanto en el ámbito peninsular como en el continental».
Ese divorcio se produce cargado de una furia manifestada como odio profundo hacia unos «castellanos», insospechados culpables de todos los males del pueblo catalán: «No es que quiera ser independiente, es que no quiero ser español. Yo, si fuese francés, no sería independentista. El catalán hubiera desaparecido ,pero, claro, para desaparecer a manos de unos castellanos yo prefiero no desaparecer. Es que no os podéis imaginar lo que ha sido la persecución de Catalunya, una persecución que se revela en aspectos prácticos y concretos: hundimiento de la agricultura, hundimiento de la industria, prohibición de usar el catalán. Son decisiones muy fuertes que no han ayudado nada. A la burguesía catalana todos los gobiernos le han dado unas ciertas prerrogativas porque piensan que a través de su flojedad neutra las cosas irían… Es mentira. Yo creo que ya hemos estado probando muchos años esta posibilidad, y yo por lo menos he llegado a la conclusión de que es imposible que Catalunya se entienda con España si sigue siendo una provincia española».
Qué tendrán que ver los castellanos en particular y los españoles en general con que Franco decidiera implantar en 1950 la Sociedad Española de Automóviles de Turismo en Barcelona, o la deslocalización de empresas textiles catalanas, o el «hundimiento» del campo catalán, como el de la agricultura del sur europeo en general… Naturalmente, si Bohigas fuera francés, llevaría meses disfrutando de los chalecos amarillos, que son otro nivel. Tampoco tienen nada que ver con el problema del 3%, denunciado y silenciado por su amigo Pascual Maragall, ni con la enseñanza en catalán, o que Jordi Pujol no fuera tan honorable como se le suponía, etc… Ciertamente el mundo no es feliz.
Internet nos convierte en presos de nuestras palabras, pero siempre he sentido gran respeto e interés por el trabajo y la vitalidad profesional de Bohigas y su obra lo merece, como el espíritu catalán de mejora ¡Ojalá que cada ciudad contara con su propio Bohigas! Mejorarían mucho. Pero en el mundo global que vivimos es un error suicida elegir la vía de la división y la pérdida de escala económica, así como la exclusión, en el límite del supremacismo.
El viaje de Bohigas desde el PSC al independentismo y su indudable ascendente es muy representativo de la evolución de parte de la izquierda catalana. Por desgracia, la tendencia autodestructora del 'brexit' o la 'balcanización' española, avanzada por el independentismo catalán, son amenazas reales para el proyecto europeo. Existen poderosos bloques globales y nuestra vieja cultura necesita de todos para sobrevivir, pues juntos ganamos y, como afirma Bruce Springsteen, «Nadie gana, si no ganamos todos».
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