McCarthy, con el mazo de presidente del Congreso de Estados Unidos. Reuters

El tonto del mazo

La aventura humana ·

Una persona normal no se habría sometido a quince votaciones para sentarse en aquella silla, salvo un idiota

Roberto Carbajal

Valladolid

Martes, 10 de enero 2023, 00:25

Si tienes una planta y no la riegas, despídete de ella. La democracia requiere de cuidados similares. EE UU, una de las dos más emblemáticas ... del mundo, está presa de esa falta de atención. En realidad, se enmarca en un fenómeno que aqueja a otras de nuestro entorno, y que obliga a estar alerta a todas las demás. Cerca, las de Viktor Orbán o el limbo polaco. Pero los vientos sociales aplican su veleidad y pueden doblegarnos.

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La cultura anglosajona de la dimisión saltó por los aires hace tiempo. Por si alguien albergaba alguna duda sobre la demolición de esa ética, echemos un vistazo a cómo Boris Johnson se aferró al poder, aun siendo denostado por sus 'supporters'.

Las instituciones de Brasil, asaltadas por la turba mientras escribo estas líneas, inspirados en el trumpismo. Israel, secuestrado por el fanatismo y el desahogo de Netanyahu, la única democracia de Oriente Próximo. El golpismo, neutralizado momentáneamente en Alemania hace meses. Todos ellos, síntomas del mesianismo, que es heredero del relajo social.

En EE UU, Kevin McCarthy se alzó, por fin, con la presidencia de la Cámara de Representantes, tras humillarse. El recomendable periódico 'The Hill' informaba dramáticamente sobre el asunto. «Estamos jodidos», asertaban legisladores ¡republicanos! y otros. Un blindaje claro de Trump contra el FBI. Una persona normal no se habría sometido a quince votaciones para sentarse en aquella silla, salvo un idiota. Las concesiones ponen en solfa la acción de gobierno de Biden, pudiendo paralizar deuda, MediCare y el resto de la compasión de aquella sociedad tan descarnada. McCarthy me retrotajo a aquel spot protagonizado por un niño. «¡Un palo, es un palo!». Viendo a McCarthy con el mazo y su estúpido rostro de fruición, elijo al niño español del anuncio.

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