Vacunación de la cuarta dosis contra la covid en Palencia. MARTA MORAS

¿Un territorio bajo cero?

«los datos estadísticos no pueden ser más desalentadores: mientras que en el conjunto del país desciende significativamente el número de parados, aquí ha crecido durante el mes de noviembre hasta alcanzar la cifra de 122.936»

Luis Díaz Viana

Valladolid

Sábado, 10 de diciembre 2022, 00:05

Viviendo en estas tierras castellanas y leonesas no es de extrañar que estemos acostumbrados a la pérdida: de influencia, de población, de empleo… Incluso viendo ... lo que –en ocasiones– se dice e insulta en nuestras Cortes, se diría que también empieza a perderse la sensatez. De un lado, no parece que en ninguno de los partidos que resultan decisivos, hoy, para el rumbo que va tomando la política en España se perciba un peso apreciable de esta región: ni que se tengan muy en cuenta sus necesidades e intereses.

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Por otra parte, los datos estadísticos que –recientemente– ofrecían los medios no pueden ser más desalentadores: mientras que en el conjunto del país desciende significativamente el número de parados, aquí ha crecido durante el mes de noviembre hasta alcanzar la cifra de los 122.936. La autonomía de Castilla y León es, con la de las Islas Baleares, la que registra en sus provincias –salvo Valladolid– una evolución más negativa del paro en toda España. Y se supone que en esta Comunidad Autónoma gobiernan los que aspiran a gobernar la nación tras las próximas elecciones, por lo que las perspectivas no serían nada halagüeñas: la gente se va; de los que quedan, son demasiados quienes no pueden encontrar trabajo; y la región –que se desangra paulatinamente con la marcha de sus jóvenes más preparados– cada vez 'pinta' menos en el panorama nacional. Tales son los hechos.

¿Quién tiene la culpa? Sin duda, hay muchas causas y distintos factores para que la situación haya llegado a ser esta, pero la responsabilidad no corresponde a todos por igual. Es un partido el que lleva gobernando Castilla y León ya 35 años, otro el que no ha sido capaz de recuperar la alternancia a lo largo de ese tiempo y tres nuevos los que, desde su impotencia o decisiones, han contribuido a que se consolidase esa perpetuidad.

La imagen de los representantes de los grupos políticos del Ayuntamiento de Valladolid, reclamando juntos –hace una semana– el apoyo de las instituciones para que se lleve a cabo el Campus o Ciudad de la Justicia tiene, como acostumbraba a decirse en otras décadas, 'dos lecturas': la primera, sin duda encomiable –y agradecida por los ciudadanos–, de que se pongan de acuerdo en algo que beneficia a todos; la segunda –no tan positiva– de que las fuerzas vivas de aquí importen muy poco en la voluntad del partido que gobierna ahora la nación, aun siendo del mismo signo de quien comanda la ciudad.

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Solo una 'buena nueva', entre las noticias de los pasados días: «La covid-19 ofrece en la región la incidencia más baja de todo el año entre los mayores de 60 años». Menos mal. Y ello es así seguramente por dos motivos: uno, porque la vacunación contra la epidemia ha funcionado –en especial dentro de Europa y entre la población de más edad–, a pesar de lo que dijeran los negacionistas o aquellos forofos de la política efectuada al respecto por China (que ya se ha demostrado lo inapropiada que era); dos, pues da la impresión de que en una Comunidad como la nuestra, donde los mayores habitualmente hacen gala de sabiduría y formalidad, se habría seguido a rajatabla la recomendación de las administraciones, vacunándonos casi todos con las cuatro dosis y las que hicieran falta.

En lo de vacunarse a la vez contra la gripe ya ha habido menos unanimidad, puesto que existía el temor de que los dos pinchazos al tiempo dejaran un poco baldado al personal; y, además, la modalidad de gripe que está llegando es tan extraña –por sus hibridaciones últimas– que más de un entendido en estas cosas recela de que las vacunas que actualmente se emplean vayan a resultar de verdad eficaces.

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Aunque cualquier precaución será poca para enfrentar un invierno que se promete duro y riguroso, después de un otoño gentil. Y ante el cual esta región se muestra débil y desvalida: en el terreno político, en el poblacional y en el del trabajo. Porque ha de reconocerse que, al igual que nos veremos todos los que permanecemos en estos pagos frente al temporal que nos viene –con sus tormentas, lluvias, nieves y frío–, Castilla y León se encuentran como los deshojados chopos y sobrecogidos pinos. Míseros y helados: bajo cero.

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