Verano
«Mientras nos cansamos de escuchar que estos días tenemos las temperaturas más altas de cualquier verano jamás visto, nos distraemos de que también es el más caro»
El susurro cadencioso de un aspersor, las carcajadas de unos niños a deshora, el zumbido de un mosquito pertinaz… El eco de un televisor que ... se escapa furtivo por esa ventana abierta que busca una ligera bocanada de aire. El olor del césped recién cortado; el del cloro y una rodaja de sandía recién cortada. Unos cubiertos que golpean la loza tratando de hacerse oír sobre las conversaciones triviales. Un cubilete a la caza de un cinco… Verano.
No sé si a usted le pasa, pero hay olores, sonidos, sabores que me llevan inexorablemente a otros veranos. No sé si mejores o peores; si más alegres o más tristes, o simplemente distintos. Ya sabe que la memoria a veces transita por caminos melancólicos que no siempre tuvieron un paisaje tan idílico.
Las horas de luz y libertad, la ligereza en la vestimenta, la fruta de temporada, las moscas, el calor asfixiante, las siestas comatosas a causa del bochorno, las noches tropicales… Una ola detrás de otra, aunque las de calor sean las únicas que vayan a sentir sobre su piel uno de cada tres españoles.
Se estira el dinero y se reducen los días de disfrute. Donde antes daba para dos semanas, ahora solo permite una. Y mientras nos cansamos de escuchar que estos días tenemos las temperaturas más altas de cualquier verano jamás visto, nos distraemos de que también es el más caro.
El 33,4 por ciento de los españoles se queda en casa porque su economía no da siquiera para una escapada. Otros muchos se endeudan. El pan de hoy siempre sabe mejor que el hambre de mañana. Centros comerciales llenos. Allí al menos el aire acondicionado es gratis. «Viajar es la única cosa que compras que te hace más rico», aunque como todo, hay que poder comprarlo.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión