Nos tratan como animales acosados. Las empresas son el territorio propicio, espoleadas por fuerzas oscuras que dictan nuestra provisionalidad. Los que compiten mueren, triunfador y ... derrotado, solo ha de seguir siempre viva la competencia. Esta sociedad adolece de alma social, lo que no está hecho por uno mismo es falso según el boletín oficial de esta sociedad. Nadie se fía de nadie. Lo legal no siempre es veraz, ni la verdad es legitimada.
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Las decisiones de los pueblos pueden ser honestas o no, las masas son encendidas y actúan irresponsablemente. Así se benefician los gobiernos, omnipotentes legisladores de riqueza y pobreza desmedidas, jueces sumariales de sentencias descabaladas. La neurosis se extiende por la sociedad y afecta a inteligentes y zafios, inocentes y culpables, miedosos y valientes. La neurosis iguala a todos en este patrimonio de la confusión.
Quedarse sin trabajo es la muerte del trabajador, qué duda cabe, pero lo terrible es que acarrea males mayores, debilita nuestra dignidad como seres inteligentes, como representantes de una humanidad fraguada a través de los siglos. Empleo y trabajo son mucho más que un derecho del ser humano, son el motor que mueve el mundo. Nada justifica la pervivencia de la especie humana con más legitimidad que el derecho al trabajo y pleno empleo de los trabajadores. Una sociedad sin empleo, sin trabajo, es un caos tribal. La lista de los damnificados de la sociedad es un interminable dolor.
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