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Sánchez y Feijóo en la sesión del Congreso del pasado miércoles. EP
Óxidos y vallisoletanías

Sánchez entra en campaña y la derecha no reacciona

El Estado del bienestar es una victoria total de la derecha sobre la izquierda

José F. Peláez

Valladolid

Viernes, 14 de noviembre 2025, 06:56

A pesar de lo que algunos quieren hacernos creer, conviene recordar que el Estado del bienestar no surge de la socialdemocracia sino de la democracia ... cristiana –tanto Adenauer como De Gasperi o Schumann lo eran– y, como tal, es un invento de la derecha para acabar con la idea de revolución. Aunque es cierto que la socialdemocracia también aportó su granito de arena, la realidad es que, salvo el partido socialdemócrata inglés y el sueco, al resto del socialismo le costó tiempo y esfuerzo aceptar la democracia siquiera como posibilidad. Y, por lo tanto, fue para ellos complicado renunciar a la violencia como medio para alcanzar sus fines. Incluido el PSOE, que fue de los últimos partidos socialistas europeos en abandonar la legitimación de la violencia que llevan implícita la lucha de clases y la dictadura del proletariado a la que aspiraban.

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Dicho de otro modo: el Estado del bienestar es una victoria total de la derecha sobre la izquierda. Porque cabe aclarar que la izquierda, en su origen, no es esta cosa tontorrona que se nos ha quedado, obsesionada con la transexualidad líquida, las semillas de quinoa y la lucha contra la gordofobia, sino una posición fundamentalmente económica que pretende acabar con el concepto de propiedad por las buenas o por las malas. Y la historia nos ha enseñado que la única manera de arrebatar a un campesino su tierra es aniquilarlo. Gracias a Dios, con la llegada del estado del bienestar, la izquierda real asumió su derrota definitiva. Y el mundo respiró aliviado.

Por supuesto, todo esto la izquierda no lo sabe. Porque la mayor parte de la izquierda de este país no sabe casi nada. Pero más triste es que tampoco lo sepa la derecha. Porque la mayor parte de la derecha de este país sabe aún menos que la izquierda. Que la derecha no sepa que el Estado de bienestar es obra de su familia política -los democristianos- explica, en parte, su «colapso político, intelectual e ideológico», usando palabras del presidente Sánchez que suscribo absolutamente. Tiene que ser terrible ganar y ni siquiera enterarte; ha de ser devastador haber ganado, pero sentir que has perdido. Pero tiene que ser peor aún no haber comprendido que cuando la gente no tiene sanidad, ni sus hijos tienen educación ni sus mayores tienen pensiones, no tienden a morirse plácidamente, sino a cortarte la cabeza. Y con razón. Sin embargo, cuando la gente tiene estado de bienestar, la revolución se corta de raíz. Y entonces surge la libre empresa, la iniciativa privada y el capitalismo, que es la mayor fábrica de riqueza de la historia de la humanidad. Esos son los cimientos de la derecha. Pero una parte de ella cree que todo esto son sinónimos de 'socialdemocracia', y reniegan de ellos para parecer más puros. La derecha se desdibuja así en el populismo, el nacionalismo y el autoritarismo, renunciando a su obra y tomando el camino a la derrota en lugar del de la piedad y la justicia social que llevan a la riqueza y a la paz y, por lo tanto, a la victoria.

En la última comparecencia de Sánchez en el Congreso, reivindicó el Estado de bienestar como obra de los socialistas. Y, por lo tanto, del PSOE. O sea, de él. Llegó incluso a utilizar el posesivo, «nuestro Estado del bienestar», como si la idea fuese un perro o un saco de pienso, sin referirse con ese 'nosotros' a los españoles sino a los socialistas. Llegó a decir que «el Estado del bienestar no fue un regalo sino una conquista socialista». Tanto él como sus guionistas saben que eso es falso y que el Estado del bienestar en España llega con la Constitución del 78 y no con los socialistas. Y que, por lo tanto, es una obra coral y propiedad de todos: conservadores, democristianos, liberales, comunistas, falangistas, ateos, católicos, centristas, monárquicos y republicanos. Y socialistas. Pero da igual porque, al fin y al cabo, también dijo que el divorcio lo trajo el PSOE. De cualquier modo, la idea-madre cuela en la gente que ha leído pocos libros y visto mucho RTVE. Y no es otra que esta: «Nosotros trajimos la educación, la sanidad y las pensiones. Y nosotros damos dinero a las comunidades autónomas para que lo gestionen, pero como la derecha no cree en nuestra obra, la desprecia y la quiere desmantelar porque está entregada a Vox y por eso ustedes tienen la sensación de que va mal». Esta idea es buena y le funcionará.

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Y lo hará porque hay gente que se cree que el presupuesto de las autonomías es dinero que el Gobierno les da de modo generoso y magnánimo, en lugar de aceptar que el Gobierno solo recauda y que ese dinero era ya suyo 'in natura'. Y que la relación no es de dependencia sino de gestión de competencias. No hay nadie en la derecha que salga sin complejos a decir esto, ni a preguntarse por qué Feijóo no puede gobernar con Vox pero a las autonomías las condena sin problema, ni tampoco para reivindicar que, ideológicamente, el estado del bienestar es su obra; que fue León XIII, en 1893, el que comprendió el problema y propuso la idea de justicia social. El centro derecha no es el freno al Estado del bienestar sino quien hoy por hoy lo facilita. Pero nadie en el PP ha salido a dar la cara y a defender que para que el Estado de bienestar sea posible, ha de ser viable. Y que, por lo tanto, hace falta que haya muchas empresas y que tengan muchos beneficios. Porque sin empresas no hay Estado de bienestar, sino miseria; y sin empresarios no hay trabajadores ni derechos de los trabajadores. Y sin justicia social no hay catolicismo sino puritanismo calvinista.

Los presidentes autonómicos del PP dan gracias a Dios porque Sánchez haya entrado en campaña en las autonomías. Se equivocan. Su discurso político es excelente para sus intereses y traslada argumentos de fondo para los que se necesita un equipo, un tiempo y un talento que Sánchez tiene en cantidades ingentes. Y el PP no. Necesitamos una derecha desacomplejada, pero no en la manera en la que algunos creen, sino en la contraria, es decir, en la defensa radical de un modo de vida que viene marcado por el eje capitalismo-justicia social, que, en ambos casos, es herencia de la derecha, que no es garantizado por el PSOE sino por la Constitución, que gestionan ellos y que ha dado a España y a Europa los mejores años de su historia. Si no son capaces de trasladar esto, el panorama se les complicará. Pero ya no será por culpa del malvado Sánchez sino por su falta de ambición y de audacia.

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