Llegar a fin de mes
«La prueba de capacidades gestoras reales es la satisfacción de las necesidades de la gente, sobre todo las de las familias con hijos y las personas vulnerables»
Hoy es 30 de noviembre, mañana comenzará el mes de las navidades. Imposible olvidarlo porque hace días nos deslumbran los megalomaníacos farolillos municipales, cuyos destellos ... pretenden estimular el consumo en la fase final del año, entre el Black Friday y la Nochevieja. Si se dejan persuadir, prepárense para lo peor, porque no hay tarjeta de crédito que resista tanta pulsión compradora sostenida a lo largo del tiempo, salvo la de esos astutos mercaderes que conocen nuestras debilidades cuando acceden a la información que les suministran los teléfonos móviles.
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Podríamos decir que nos engañan las tecnologías, pero la verdad es que los seres humanos contemporáneos apenas practicamos la autocontención. De monjes y monjas tenemos muy poco. Aunque nos pintemos el aura de Rosalía en el pelo, las austeras y frugales vocaciones conventuales no vuelven sólo con postureo. Es fácil dárselas de espiritual con millones en el banco, viajes cada dos por tres y pretendientes por todas partes. Lo difícil, ciertamente, es llegar a fin de mes.
Ahorrar se ha convertido en una misión para Tom Cruise, casi inalcanzable teniendo en cuenta que los sueldos no se han adaptado a la inflación. Si además nos dejamos atrapar por la publicidad engañosa, sentiremos que necesitamos servicios y productos totalmente prescindibles. Nos los venden para nosotros, para nuestros hijos o para las mascotas, cuyo coste anual promedio ronda los mil euros (puede ser más alto si sumamos peluquería o prótesis de cadera).
Toda vez que comerse el gato no es una opción razonable para paliar el precio de los huevos, habrá que buscar soluciones alternativas. Medidas fiscales, por ejemplo, políticas eficaces para frenar los costes de la vivienda u otros insumos de primera necesidad. Lo de los carros pequeños en los supermercados para generar la falsa impresión de llevarlo hasta arriba ya no cuela. Hace apenas tres años comprábamos casi el doble con el mismo esfuerzo económico.
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Esta situación, por cierto, no la sufrimos sólo los españoles. La affordability agenda (traduzco libremente como «agenda para llegar a fin de mes») es prioridad total en Estados Unidos. Y será sin duda clave en las victorias o derrotas electorales aquí.
Mamdani ha ganado la alcaldía de Nueva York poniendo énfasis en este asunto. También Mikie Sherrill, la nueva gobernadora de New Jersey, antes piloto de la fuerza aérea, centró su programa en la reducción de costes para las familias: acceso a la vivienda (promoviendo la construcción no especulativa), energías limpias económicas y servicios sanitarios que no arruinen a la gente cuando se enfrenta a una enfermedad. En fin, una sociedad decente y justa para la mayoría.
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Trump intenta aparentar interés por este problema, pero sus propuestas no son tan favorables para las clases medias y medias bajas. Sugiere, por ejemplo, ampliar veinte años las hipotecas (lo que doblará los intereses pagados a los bancos, aunque reducirá un poco la cuota mensual), enviar cheques de dos mil dólares a los contribuyentes (medida que incrementará la inflación y el déficit público) o financiarles el plan de salud privado que elijan (esto enriquecerá a las compañías de seguros sanitarios). En fin, ni hablar de reducir los aranceles que están subiendo los precios de los productos, ni de hacer nada para mejorar la competitividad o los salarios.
En España, algunos despistados creen que lo de los alquileres se resuelve a golpe de decreto, que no de ladrillo y grúas. Otros se ponen de perfil ante las escaladas de alimentos, así que los huevos se pondrán por las nubes. Convendría comparar datos entre comunidades autónomas, municipios y barrios para saber dónde están subiendo más los precios sin reacción política alguna. Si un gobierno no es capaz de hacer nada eficaz para abaratar la cesta de la compra o la vivienda, decepcionará a los ciudadanos.
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Entonces, va siendo hora de cambiar el discurso, dejar de atacar al contrario para meterlo en la cárcel. De perseguir los delitos se ocupan la policía, los fiscales y los jueces. La prueba de capacidades gestoras reales es la satisfacción de las necesidades de la gente, sobre todo las de las familias con hijos y las personas vulnerables que, ni pueden encender la calefacción, ni saben con tanta burocracia lo que es el ingreso mínimo vital.
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