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La familia, tan antigua como la humanidad, comenzó uniendo a los hombres que cazaban con las mujeres que criaban a los hijos. Fue la primera célula de la sociedad, más honda que una unidad jurídica y económica. En este seno se reprodujo el género humano, ... se alimentó, sobrevivió y se educó en valores primarios. Albergó la vida sexual de las personas, protegió la maternidad y paternidad y generó el legado y herencia. En varias civilizaciones fue monogámica y dio autoridad a los padres. Además de estos fines naturales, la familia cumplió las funciones morales, religiosas, jurídicas, políticas y económicas que plantearon los poderes, civilizaciones y crisis de la historia.
Fue largo y rico el camino prehistórico e histórico que asentó el natural cimiento familiar como superior a los demás poderes. Planearemos la amplia panorámica de sus pasos. Nació para sobrevivir en la prehistoria, mantuvo la población, pasó de la prehistoria a la historia, habitó todos los continentes, potenció el orden patricio clásico, asumió todas las civilizaciones, fue musulmana y judía, empujó a los católicos, consolidó el humanismo renacentista, fortaleció el luteranismo, alimentó el barroco contrarreformista, asumió el derecho natural racionalista, cuidó como nadie la pobreza y la dependencia, incrementó el poder burgués capitalista, empoderó sagas parlamentarias liberales, vivió la obrera lucha de clases, nutrió la moral tradicionalista, aguantó los conflictos sociales, superó profundas crisis bélicas, fortaleció y padeció el organicismo dictador, asentó el nacionalcatolicismo, sufrió quintas, éxodos y migraciones, cambió en la sociedad desarrollista, ahondó la transición democrática, complementó el Estado de Bienestar, allanó las crisis laborales, energéticas, inmobiliarias, sanitarias y políticas, adoptó nueva estructura, tipos y mentalidad ante los cambios sociales. Hoy sigue acogiéndolos con buena resiliencia.
La Declaración Universal de Derechos Humanos reconoce la familia como elemento natural, universal y fundamental de la sociedad, con derecho a ser protegida por los ciudadanos y el Estado y ser reconocida como superior. Le asigna sus fines de poseer bienes necesarios corporales y espirituales para vivir, proteger a los hijos y ser seno social. Los servicios de educación y sanidad pasaron al Estado de Bienestar.
Esta base histórica tan sólida merece un respeto y no debe agredirse como hace el principio del Familismo Amoral de Banfield. Resulta maniqueo y extremista decir que sólo velar por sí mismo y por su familia es moralmente positivo, no se debe llamar inteligente a aprovecharse de las instituciones y del Estado en beneficio propio.
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La burguesía del XIX reformó la vieja familia extensa, la hizo nuclear y patriarcal. Fue interesado usarla para alcanzar patrimonio, carrera política, negocios y fama social. Engels lo consideró injusto e insostenible por haber acumulado riquezas de clase burguesa.
Veamos cómo usaron la familia los 1530 parlamentarios de Castilla la Vieja y León en las Cortes Españolas (1810-1923) que hemos biografiado. El 20% casaron con abogados, 20% con hacendados, 12% con diplomáticos, 11% con parlamentarios, 10% con altos cargos. Provocaron los llamados cuñadismo, nietismo, abuelismo, sobrinismo y pusieron su nombre a muchas calles. Estas corrientes disidentes de poder se llamaron con apellidos: Gamacismo, silvelismo, datismo, maurismo, albismo, garcíaprietismo.
Recordamos los apellidos que tejieron la tupida e influyente red social, política y económica que enlazó Santander y la meseta superior con sagaz estrategia matrimonial y familiar. Es larga esta lista en la pasarela: En Ávila casaron Silvela, Aboín, Muñoz Morera, Ortuño Berte, García Soriano, Velayos, Gamboa... En Burgos emparentaron Barona Ortíz, Arias Miranda, Martínez de Velasco, Alonso Martínez, Govantes, López Dóriga… En León enlazaron Merino, Azcárate, Gullón, Molleda, Alonso Castrillo, García Prieto, Dato, Sagasta, Montero Ríos... En Palencia ligaron Calderón, Barrio Mier, Arroyo, Orense, Albaida, Jalón, Ojero, Collantes, Monedero... En Salamanca conectaron Bullón de la Torre, Maldonado, Tabernero, Yagüe, Arjona, Bermúdez de Castro, Rodríguez Arias… En Segovia Vírseda, Martín Arranz, Pérez Osorio, Azpiroz, Avecilla, Valero y Soto, Peñalosa, Mammola… En Soria destacan Vizconde de Eza, Aceña, Tarancón, Barrio Ayuso, Leal Ruiz, Marqués de Montesa, Orozco, Zorrilla Ruiz del Árbol… En Valladolid entrelazaron Pérez de Castro, Calvo Asensio, Moyano, Reynoso, Alonso del Barrio, Gamazo, Comillas, Arnús, Muro, Zorita, Alba, Pesquera, Silió, Cuesta, Pombo, Semprún, Villanova, Gavilán, Stampa, F.Santander... Y en Zamora casaron los Rodríguez, Requejo, Macuso, Silvela, Cid, Tordesillas, Pérez Marrón…
Escribimos en 2017 que las últimas crisis se han salvado gracias a la familia por acoplarse a los cambios sociales y cubrir los déficits del Estado de Bienestar. Hoy es monoparental, heteroparental, homoparental, de acogida y ensamblada por las nuevas generaciones feministas. Tan hondos cambios aliviaron las duras exigencias laborales, inmobiliarias, sanitarias, de confinamiento y de teletrabajo. Sin embargo la familia no logró atender la soledad del envejecimiento, acompañada hoy por voluntarios, y padeció la falta de sanidad y el abuelo sin duelo de las residencias en la Covid.
La buena respuesta de la familia ha nacido de los cambios inducidos desde abajo, pero ha recibido poca atención del Estado y la Iglesia. La izquierda no ha valorado la familia, la ha creído tradicional y no ha apoyado su papel de colchón social en las crisis.
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