Como tirar con pólvora del rey no cuesta nada, ni prometer y no cumplir, asistimos a un espectáculo circense, en el que se publicita quién ... la tiene más pequeña. La imposición fiscal, claro. Tras las estelas ayusista y morenista, los prohombres autonómicos han lanzado sus ofertas. Visite nuestro bar, 'tudu barato', vienen a decir. Pero hay pocas novias y demasiados pretendientes. En España secularmente todo ha llegado tarde, a pesar de la demoledora enseñanza que nos brindaba la Historia. Por eso no extraña que quienes ahora pugnan por atraer inversores ofreciendo impuestos bajos no han leído las experiencias tozudas de las consecuencias.
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En 1974 el dúo Ramsfeld & Cheney asistieron a un espectáculo promovido por Arthur Laffer, un controvertido y rebatido economista que les mostró cómo hacer crecer la economía bajando los impuestos. Donald y Dick quedaron fascinados por el hechizo de la curva trazada por su prescriptor y, cuando ambos aterrizaron en la administración Reagan, se la vendieron al presidente. Comenzaron a aplicarla y pareció que funcionaba, hasta que pronto dejó de hacerlo. Cabalgando sobre una inflación superior al doble de la actual, el déficit fiscal estadounidense se disparó. Margaret Thatcher imitó al exactor, con idénticas consecuencias, ampliando insoportablemente la desigualdad y la desolación de los más desfavorecidos.
Donald Trump retomó la idea y subió a la montaña rusa de Laffer. Esa postura agrandó la deuda y devino en más desempleo. Liz Truss, la hoy jefa inglesa, abrazó la idea, y la libra ha sido rescatada por el Banco de Inglaterra y ayer ella reculó. Pero Feijóo y el coro nacional exigen aplicar también la curva de Laffer (sin tener idea de qué es). Me pregunto qué lee esta gente. Oh, sí: la apócrifa 'Estación término Moncloa'.
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