Pacífico Pérez
El 3 y 4 de noviembre termina la andadura teatral del personaje delibeano
Se ha dicho siempre, todos los estudiosos del novelista han coincidido en ello, que Miguel Delibes fue, antes que nada, un magistral creador de personajes. ... Y Pacífico Pérez, protagonista de la novela 'Las guerras de nuestros antepasados', es uno de ellos. De la novela, digo, y también de la versión teatral que lleva el mismo título.
Tuve el honor, a petición del propio novelista, de colaborar en esta adaptación dramática, cuyo protagonismo han encarnado sobre los escenarios, sucesivamente, los actores José Sacristán, Manuel Galiana y Juan Manuel Pérez.A los tres he tenido ocasión de conocer y seguir su trayectoria escénica, todas tres excelentes. Cada una con su impronta, por descontado, pero sin menoscabar nunca la personalidad singular de Pacífico Pérez, el personaje.
Lo que cuenta es él, no tanto lo que él cuenta. Todos los grandes personajes valen por sí mismos, no tanto por lo que les pasa. En el lector, en el espectador, dejará huella indeleble 'Madame Bovary', 'la Regenta', Cipriano Salcedo, Pacífico Pérez. Aunque el paso del tiempo nos emborrone o difumine las andanzas de tales personajes. Son personajes que se quedan con nosotros, que nos importan. Pacífico Pérez nos importa. Por eso es perdurable.
¿Pero quién es y cómo es? Pacífico es una cándida criatura que atraviesa el mundo sin romperlo ni mancharlo. Aunque el mundo atente contra él inmisericordemente. Hasta ajusticiarlo, condenarlo y ejecutarlo en garrote vil. Pero atención: sólo el Pacífico Pérez de La Quimera de Plástico, de la puesta en escena de la Quimera, que terminará su andadura escénica los días 3 y 4 de noviembre, en el Teatro Zorrilla de Valladolid, sólo este Pacífico, digo, acaba en el patíbulo y le aplican garrote.
Y a este Pacífico lo encarna el actor Juan Manuel Pérez. Magistralmente. Como sobresaliente es, así mismo, la interpretación de Javier Bermejo, en el papel de doctor Burgueño. ¡Qué dos personajes! Un cara a cara, doctor y reo, discurriendo, lucubrando, cada uno desde su tesitura coloquial, de las guerras de nuestros antepasados. ¿Sólo de nuestros antepasado? ¿Sólo de las guerras de antaño?
¡Y de las de hogaño! Es el gran don de los escritores clásicos, como Delibes: que su literatura tiene alcance y resonancias que atraviesan los tiempos y los calendarios. Delibes, por boca de Pacífico, nos habla de la guerra de su «bisa», de la de su abuelo, de la de su padre... Pero también de la guerra que hoy, de ahora mismo, la que nos está tocando vivir y sufrir y de cuyo nombre no quiero acordarme. Los clásicos nos cuentan lo que pasó y lo que pasa, lo que nos pasó y lo que nos está pasando. Lo que nos incumbe, en resumidas cuentas.
Termina la andadura escénica de Pacífico Pérez, de la mano de la Quimera de Plástico, pero el personaje novelesco o teatral no termina ni terminará nunca. ¡Ni el tiempo ni el garrote vil podrán con él!
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