ETA y quienes la ordeñan

Viene al caso porque conviene aclarar, a quien aún no lo vea, que los condenados son los terroristas, no sus familias, a quienes se obligaba a realizar 800 kilómetros para ver al txakurra que parieron. Por eso resulta ahora repugnante oír cómo el corifeo que le hace el caldo gordo al PP, y los propios dirigentes conservadores, claman contra el acercamiento a prisiones vascas de Txapote y otros doce etarras firmado por el Gobierno actual, cumpliendo estrictamente la ley. Además, esta nunca ha dejado de aplicarse. Desde tiempos de Felipe González, en plena escalada mortal de la banda.

Las cifras no dejan lugar a dudas: Felipe trasladó a 269; Aznar, 574; Zapatero, 237; Rajoy, 289, y Pedro Sánchez, a 216. Preguntado Aznar sobre el asunto en su día, quien calificara a los etarras como «movimiento vasco de liberación», defendió que «si queremos la paz, hagamos la paz. Seamos generosos». Incluso el mentor del olvidadizo Feijóo, Mariano Rajoy, dijo que «la ley hay que cumplirla, mire usted; no entiendo que no haya que hacerlo». El meapilas Fernández Díaz, ministro controvertido de Rajoy, respondió que «si dejan de existir, hay que replantearse la política de dispersión».

ETA dejó de amenazarnos en 2011. ¿A qué viene ahora volver a utilizar a las víctimas y la falta de memoria social para obtener rédito electoral? Al fin y al cabo, a Txapote solo han hecho que cambiarlo de jaula.