Margaret Thatcher
«Provocaba emociones extremas, o sea, los de su lado la adoraban mientras los demás la odiaban»
Hoy, hace 100 años, nació Margaret Thatcher. De niño, la llamada Dama de Hierro entró en mi vida de golpe a principios de los 70, ... cuando ella era la Ministra de Educación en el gobierno conservador de Edward Heath. Un día, apareció en el buzón una carta firmada por ella misma. Orden ejecutiva, caso excepcional: iban a derrumbar nuestra casa para hacer hueco a un colegio para sordos. Estoy todo a favor de la educación estatal para los discapacitados, pero mis padres nunca recibieron una recompensa igual al precio del hogar que perdimos. Lamentablemente, Maggie (como la llamaban sus acólitos) no mejoró con el paso del tiempo.
Una década más tarde, ya era primer ministro. Al contrario de lo que muchos piensan aquí en España, la amplia mayoría de los británicos siempre la detestaban. Recordad a la gente quemando figuras de ella vestida de bruja, en el centro de Londres, cuando murió en 2013. Sin embargo, debido a un sistema de votación arcaico, obtuvo el 60% de los escaños en el parlamento con solo el 40% de los votos. A lo mejor, el uso del verbo detestar suena un poco fuerte, pero ella era así. Provocaba emociones extremas, o sea, los de su lado la adoraban mientras los demás la odiaban.
Para los familiares de los centenares de chicos argentinos qué perdieron sus vidas en el conflicto, lo peor que hizo Thatcher fue no dejar las Malvinas en manos del general Galtieri, el dictador militar que ya había asesinado a más de 30.000 de sus compatriotas antes de invadir las islas, en 1982. Para muchos en Inglaterra, su peor momento llego un año más tarde con la violenta supresión de la huelga de los mineros, como se ve en el musical Billy Elliot.
Thatcher ha sido uno de los líderes británicos más polémicos en el último siglo. Fue ella la que puso en vigor la creencia de que el mundo es blanco y negro, que solo el conservadurismo tiene razón, y todo lo demás es un pecado. Antes de su llegada al 10 de Downing Street, la política inglesa reflejaba más la realidad del pueblo, que la nación no era ni blanco ni negro si no una mezcla, que cada lado del espectro político tenía sus puntos positivos, además de negativos.
Hoy día, el dogma dice qué cualquier negocio privado es bueno y lo del estado es malo. Una víctima de esta inflexibilidad ha sido la salud pública. A pesar que los estudios demuestran que la salud pública es mucho más rentable, además de eficaz, la han desmantelado tanto que ya ha bajado la expectativa de vida en vez de subir.
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