V. Carrasco
Opinión

La restitución del patrimonio: ¿Cuál y a quiénes?

«El panorama no cambiará hasta que quienes sustentan las creaciones culturales en cualquier territorio gocen de la capacidad de registrar y ocuparse de su gestión, ya que en demasiadas ocasiones se les ha despojado de sus 'tesoros' por parte de los mediadores de la Gran Cultura»

Luis Díaz Viana

Valladolid

Sábado, 27 de abril 2024, 00:49

Más allá del 'Sálvame' partidista en que, una vez desaparecido el programa televisivo, parece haberse convertido el día a día de la política en España; ... más allá de los constantes insultos o cruces de acusaciones entre unas agrupaciones y otras; más allá de la estrategia de airear los posibles escándalos familiares de éste o aquélla; más allá de todo el cotilleo mediático y de la basura que -a menudo- infesta las redes sociales; más allá de tanto espectáculo miserable, hay algún tema de actualidad con cierta gravedad y trascendencia.

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Dejemos a un lado cosas que habrían de ser motivo de no poco desasosiego como las guerras que nos cercan o sobrevuelan el horizonte del mañana; dejemos -también- aparte la indeseable pugna o desacuerdo entre los poderes legislativo y ejecutivo de nuestro país; o demás disensos, enfrentamientos e incertidumbres…Y observemos cómo hay una discusión que puede antojarse menos importante o hasta banal e innecesaria, pero que -sin embargo- esconde una tensión que no es de segundo orden. Se trata del jaleo organizado a propósito de la representación de España en la Bienal de Venecia que acaba de inaugurarse y que ha estado a cargo de la artista peruana Sandra Gamarra con su proyecto 'Pinacoteca migrante'. Esta instalación revisionista de la historia virreinal encaja y enlaza -al mismo tiempo- con el debate en torno a la descolonización de los museos que, en el ámbito hispanoamericano, lo es -igualmente- sobre el papel jugado por la corona española en las Indias: leyenda negra o rosa, con sus luces y sombras.

Mientras ciertos voceros del ultranacionalismo han aprovechado la oportunidad de tan polémica decisión para poner el grito en el cielo, hay opinadores que han preferido ir al fondo del asunto, independientemente de cuál sea su posición ideológica. Y es que, si se entiende de una forma general o genérica, el proceso de descolonización ofrecerá problemas casi irresolubles, ya que no todos los museos españoles tienen un mismo origen, ni los mismos fines, ni han atravesado por idénticas manipulaciones de la cultura o de la historia. Sus orientaciones y enfoques también suelen ser muy diferentes. En todo caso, siempre puede resultar interesante reflexionar sobre el sesgo etnocentrista de los museos que recogen y representan aquellas expresiones culturales que habrían quedado secularmente fuera de los cánones de la Gran Cultura -desde una perspectiva occidental-; ya se tratara de las expresiones de pueblos indígenas -considerados, por mucho tiempo, como 'salvajes de fuera'- o de los campesinos de Europa -tenidos por 'salvajes de dentro'-. Y que, cuando - finalmente- fueron incorporadas a los 'templos de la civilización', hubo de ser a cambio de que tales culturas sufrieran un proceso reduccionista y -muchas veces- denigrante de 'exotización'.

Pues bien está que se reconozca el valor e interés de unas invenciones durante tanto tiempo consideradas como 'arte menor' o 'baja cultura'; de la misma forma que cobra todo el sentido que en El Museo de América se cambie el rótulo de 'indios' por el de 'indígenas'; o que los informantes del ámbito rural pasen de ser vistos como 'archivos con boina' a respetárseles en cuanto a ciudadanos plenos, merecedores de una mínima cortesía, si los recopiladores urbanos de sus saberes se acercan al campo a saquearlos; y sean tan merecedores como cualquier persona de ejercer su derecho de propiedad intelectual acerca de lo que conocen, transmiten o crean. Aunque el panorama no cambiará hasta que -indígenas o campesinos- quienes sustentan las creaciones culturales en cualquier territorio gocen de la capacidad de registrar y ocuparse de su gestión, ya que en demasiadas ocasiones se les ha despojado de sus 'tesoros' por parte de los mediadores de la Gran Cultura. Así, han sido éstos los beneficiarios de lo que a aquéllos pertenecía, consistiese en piezas, danzas, relatos, conocimientos o canciones. Pero plantearse la devolución de dichos bienes -exclusivamente entre estados o administraciones- no resulta nada fácil. Por lo que será mejor y más eficaz intentar cambiar las mentalidades y procedimientos legales cara al futuro.

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