

Secciones
Servicios
Destacamos
Yo pertenecí a una de las últimas promociones de lo que llamaban BUP Y COU. Ese viejo bachiller que convivió unos años con la llamada ... ESO, que evidentemente no se impuso de golpe.
Yo fui por letras puras, más por romanticismo que por aptitudes propias, ya que como les he contado en numerosas ocasiones no formaba parte de la élite intelectual del colegio. Lo que viene siendo del montón, pero un poco por arriba.
De aquella época guardo muy buenos recuerdos de los profesores que se encargaban de las materias potentes, hasta el punto de que a varios de ellos les considero amigos y por supuesto, les tengo como asesores de la vida.
Tal es el caso de uno de los grandes, Félix Fernández, un tipo de aquellos que estudiaron Filología Románica (como diría el gran Javier Caravallo, quizá la carrera más seria de todas), director del grupo teatro La Galerna, amante del Madrid y de las tortitas con nata y gran conocedor del mundo de la Fórmula Uno.
Félix introdujo el latín en nuestra vida. ¡Casi nada! Algo fundamental en la formación pero que por desgracia en los planes actuales brilla por su ausencia, pero ese sería otro debate.
Impartió la asignatura introduciendo videos y películas, de manera que aquello que a priori parecía una tosta infumable acabase siendo una asignatura de fácil estudio. Vamos, como dirían los expertos en marketing, creó la necesidad del producto.
En una de aquellas clases, recuerdo que nos contó que, durante el Imperio Romano, cuando un general llegaba a Roma después de ganar una importante batalla y defender con valentía el honor y los intereses del Senado y del pueblo de Roma «SPQR», hacia su descanso fuera de la ciudad, mientras esta se preparaba para recibirles con todos los honores. Una vez engalanada, se montaba un gran desfile por las principales vías de Roma, con el general a la cabeza. Tal era el clamor y la locura del pueblo que detrás de él iba todo el tiempo un esclavo sosteniendo una corona de laurel sobre su cabeza, mientras le repetía una y otra vez: «Memento mori». (Recuerda que eres mortal).
El pasado martes, Luis Tudanca comunicó que no presentará batalla a la secretaría autonómica de su partido. Y no será por falta de ganas, porque soy de los que piensa que no hubiera tenido ningún problema en meterse en la trinchera, pero ya decía Napoleón aquello de que Dios está a favor del que tiene más cañones. Pues bien, había ganas, pero faltaban apoyos y eso es algo parecido a lo que dicen los expertos del burle con lo de jugar por necesidad, perder por obligación.
Dicen que el alcalde de Soria y futuro líder autonómico del partido socialista no quería enfrentarse a unas primarias que ya se sabe que las carga el diablo.
Ya hubo quien se ocupó de recordarles uno a uno a los jefes provinciales, su propio memento mori hasta que los apoyos cambiaron de rumbo. Todo ello un clásico en la política actual.
Se abre un nuevo melón con muchas incógnitas, con una victoria de la alianza Cendón – Puente, donde hay quien piensa que todo éste tinglado empezó con la torpeza de Tudanca enseñando la puerta de salida a la que igual vemos ahora en su sillón ejerciendo de portavoz socialista en las Cortes de la comunidad, más pronto que tarde.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
La artista argentina Emilia, cabeza de cartel del Música en Grande
El Diario Montañés
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.