Lugares lejanos

Einstein calculó que es imposible ir más rápido que la velocidad de la luz. Eso es dar 16 vueltas del mundo por segundo, nada mal para los que simplemente quieren dar una vuelta del barrio, pero muy lento para los que tienen ganas de visitar a los vecinos extraterrestres. A solo 1.080.000.000 kilómetros por hora, necesitarían 34 mil millones de años para llegar allí, lo más lejos que nuestros telescopios pueden ver, y donde sabemos que hay unos cuantos billones de galaxias más, todas compuestas de millones de estrellas. ¿No habrá ni una de esas estrellas que tenga un planeta similar al nuestro, en su órbita? No importa si, extraordinariamente, la respuesta es no porque existe aún más universo por ahí.

Todo el espacio del que hablo hasta ahora se llama el universo conocido. También existe el desconocido. Los de la NASA calculan que, si el primero tuviese el tamaño de una pelota de tenis, a la misma escala el desconocido sería tan grande como Júpiter, un planeta 300 veces mayor que la Tierra. Toda una buena noticia para aquel coche de Elon Musk, el Tesla Roadster que, mientras escribo, está ahí arriba buscando un sitio para aparcar. Seguro que tendrá más suerte que nosotros aquí, abajo.

Y si algún día llegamos a un planeta lejano habitado por extraterrestres más avanzados que los dinosauros, y suponiendo que estén en casa, ¿Qué les diremos? Podemos enseñarles a hacer tortilla de patatas y jugar al futbol, pero es posible que ya tengan su propia comida y no tengan ganas de jugar con nosotros. O, ¿les contamos la historia de la Biblia? De Dios, Lucifer, el Edén, Adam, Eva, Moisés, los israelitas, los diez mandamientos, la Virgen María, Cristo, la crucifixión y todo lo demás. Lamento decirlo, pero dudo mucho que vayan a creernos.

Quizás ellos ya sepan que estamos aquí, pero nos ven tan tontos, con guerras y hambrunas, autodestruyendo la Tierra con el cambio climático que estamos provocando, que han decido esperar un poco, hasta que consigamos nuestra propia extinción, antes de bajar.