El director de la película ´Playa de Lobos´, los actores Dani Rovira, Guillermo Francella y Marta Hazas. EFE

Dani Rovira y el mero desecho

He podido ir a ver Playa de Lobos, la película de Javier Veiga que junta a Guillermo Francella con Dani Rovira y he salido del cine con tantas ganas de hablar de ella y tan pocos amigos para hacerlo, que me he visto obligado a contarles a ustedes la fascinación que me ha provocado

Sábado, 6 de diciembre 2025, 00:02

Existe un claro referente de esta película que es La Huella, aquella que juntaba también a dos enormes de la interpretación como Michael Caine y ... Lawrence Olivier y les sometía a un juego enloquecido de espejos, de cambio de roles constante, estirando la cuerda de sus interpretaciones y haciéndoles pasar por prácticamente todos los estados en los que un ser humano puede vivir en apenas dos horas.

Publicidad

Hay que tener mucha seguridad en que cuentas con unos actores forjados por la divinidad para atreverte a hacer una cosa así sin miedo a que, en algún momento, alguno de ellos , o los dos, pierda pie y se exceda o se quede corto, rompiendo con ello el frágil equilibrio de lo creíble.

Es posible que muchos de ustedes no conozcan a Francella, pero les aseguro que es una bestia de la interpretación en Argentina, un actor que comienza en la comedia más chabacana y, poco a poco, a golpe de talento, va cubriendo cada vez papeles más complejos, más difíciles, hasta que, en aquella maravilla que es El Secreto de sus Ojos, de Campanella, aprovecha un pequeño papel, apenas dos escenas de lucimiento, para demostrar todo el aprendizaje adquirido en tantas horas de chistes bien hechos y convertirse en un totem del cine argentino.

Con Rovira ocurre aquí un poco igual, cómico intachable en sus monólogos y en aquellas películas que parece que se hacen solas pero que son un ejemplo de cine bien hecho como los Apellidos Vascos o Superlópez, va poco a poco apostando por no repetirse, por acomplejar sus apariciones hasta que le pudimos ver en El Bus de la Vida o Mediterráneo cargándose de hombros, de miradas y de matices en la voz. Hasta ir dejando atrás sin renunciar a él, a aquel chaval perplejo que tanto nos hacía reír y con el que, si hubiera querido, podría haberse hecho mayor y, probablemente, millonario.

Publicidad

José Sacristán empezaba su carrera haciendo de gangoso con voz de pito en pequeños papeles desternillantes y, con trabajo y paciencia, fue convirtiéndose en el referente que es hoy, referente para Francella, referente para Rovira.

Si toman ustedes la decisión, les aseguro que acertada, de ir a ver esta película al cine, van a encontrar, aparte de una historia rara, enfermiza, divertidísima y acongojante, a dos actores haciendo magia, dos actores sacando del estuche cada herramienta que han aprendido en la escuela de todas aquellas películas anteriores. Después de tantas horas de tratar de buscar los ritmos, los tonos, los caminos por los que nadie ha ido nunca antes, ambos han encontrado el suyo propio. Y van y nos los regalan. Gracias.

Publicidad

No se pierdan Playa de Lobos.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

3€ primer mes

Publicidad