Santos Cerdán Efe

Aforados y forajidos

La regeneración política del país y del PSOE es imposible con Pedro Sánchez al mando

Que Almodóvar me permita, por una vez, entonar una queja colectiva en su nombre. ¿Qué hemos hecho para merecer esto? Esta mentira sistemática, este fariseísmo ... retórico, este insulto a la inteligencia constante, esta tomadura de pelo incesante, esta farsa esperpéntica, esta fachada feminista, esta degradación intolerable, esta polarización insufrible, esta corrupción gigantesca, esta indignidad institucional. ¿Qué habremos hecho para merecer todo esto? ¿Y en favor de qué? De la permanencia en el poder de un tipo llamado Sánchez. Por su cara bonita. Cara de palo, por cierto, de palo de rosa, cultivada en el gimnasio a golpe de ego. Esto ya es un pulso insostenible e insoportable para salvarse él y su familia de la quema, no lo olvidemos, sacrificando todo lo demás en el altar de su egoísmo insaciable.

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Que me perdone mi admirado Almodóvar, tan enamorado del galán de la Moncloa, así de frívola es la ley de su deseo, pero esto no tiene perdón ni otra salida digna que la dimisión. Nadie con dos dedos de luces puede aceptar las excusas y disculpas que solo responden a un motivo evidente. La voluntad de poder del sanchismo y la necesidad de que el régimen se perpetúe, como en Venezuela, a costa de la libertad de los ciudadanos y la salud democrática de las instituciones. Nadie en su sano juicio se traga los embustes de Sánchez para librarse a cualquier precio de las consecuencias éticas y la responsabilidad legal de sus decisiones al nombrar a quien nombró para realizar su aberrante proyecto y quién sabe si para beneficiarse de él, en todos los sentidos. Sánchez es un activo tóxico dentro y fuera del partido y creer que puede liderar un programa de regeneración política es un ejercicio de ilusionismo vacuo, un acto de fe condenado al fiasco. Al azar, Salazar.

La era sanchista pasará a la pequeña historia de España plagada de erratas como uno de los períodos más nefastos de la crónica moderna. Algo no habremos hecho bien, desde luego, para asistir a este desfile diario de infamias sin poder protegernos de sus efectos más venenosos. La democracia española debería hacer examen de conciencia y preguntarse en serio por los fallos del sistema y las carencias constitucionales que han permitido tales desmanes. No soy ingenuo y me temo lo peor. Al tiempo. Qué dicen, por otra parte, los gañanes de este país mostrenco sobre lo que está pasando. Que Ábalos es un campeón, Cerdán un máquina, Koldo un mandado y Sánchez un aprovechado. Para que luego digan. Qué gran país tenemos.

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