La guerra inesperada
Con el enfrentamiento entre el Gobierno nacional y los tigrés, Etiopía se encuentra al borde de un conflicto civil que amenaza a todo el Cuerno de África
david mathieson
Miércoles, 2 de diciembre 2020, 07:35
La canción '¿Saben que es Navidad?' fue una de las superventas de los años 80. Músicos de grupos como The Police, Genesis, Boom Town Rats, ... Wham y otros lanzaron el disco justo antes de las navidades de 1984. Los jóvenes rockeros querían llamar la atención del mundo por la hambruna que asolaba Etiopía y aunque la música era de una calidad dudosa, nadie discutió la importancia del mensaje. Como decía la letra, «hay un mundo al otro lado de tu ventana (...) donde las campanas de Navidad que repican allí son las atronadoras campanas de la fatalidad».
Esta Navidad se está desarrollando otra vez una tragedia en el Estado africano, uno de los países más grandes del continente. Etiopía podría estar al borde de una guerra civil que amenaza con engullir toda la región. Se trata de un conflicto inesperado –y aún más deprimente– porque apenas hace un año que el presidente de Etiopía, Abiy Ahmed, fue galardonado con el premio Nobel de la Paz.
Cuando Abiy Ahmed llegó al poder en 2018, se anunció que era la gran esperanza de una nueva generación de líderes en África. Con sólo 44 años Ahmed ha llegado a la presidencia después de una carrera profesional en inteligencia militar y tecnología de la información. Por lo que parecía, Abiy era la personificación de un porvenir mejor para África en el siglo XXI, ya que lanzó una serie de reformas –económicas, políticas y sociales– que atrajeron los aplausos de la comunidad internacional. Durante los últimos 15 años Etiopía ha experimentado uno de los crecimientos económicos más rápidos de África, pero Ahmed prometió más y mejor. Dijo que el país «no había cumplido ni siquiera el 1% de sus sueños». Desde la construcción de presas hidroeléctricas a través del río Nilo hasta la creación de millones de puestos de trabajo para la población joven, Ahmed predijo una nueva Etiopía con un futuro de oro.
Uno de sus pasos más importantes fue negociar la paz con Eritrea, país vecino al norte de Etiopía. El conflicto entre Etiopía y Eritrea había durado unas dos décadas y el acuerdo de paz fue lo que premió a Ahmed con su medalla Nobel.
Sin embargo, el presidente ha tenido menos éxito en establecer una armonía política duradera dentro de su país. Más de 100 millones de etíopes, de unos 80 grupos étnicos, viven en un estado altamente federal, con diez regiones autónomas. Y como se entiende muy bien en España, las relaciones entre el Gobierno y las administraciones regionales pueden ser espinosas. Hasta 2016 el Gobierno de Etiopía estuvo dominado por representantes de Tigray, la región del norte del país más próxima a la guerra con Eritrea. Sin embargo, el presidente Abiy pertenece al grupo étnico más numeroso, los oromos, y bajo su mandato los tigrés se han sentido cada vez más marginados.
A medida que han perdido influencia en Addis Abeba, la capital de Etiopía, han exigido más autonomía para su propia región. Durante el verano, el presidente Ahmed suspendió las elecciones en el Tigray debido a la amenaza de la covid-19, pero la administración tigresa no le hizo caso al mandatario principal del país y siguió adelante con la votación. Ahmed afirmó que el plebescito era ilegal, mientras que la administración de Tigray lo apodó como un dictador que no respeta la democracia.
La tensión política ya ha dado paso a un conflicto armado. El mes pasado las tropas de Tigray abrieron fuego contra las tropas del Gobierno etíope en lo que los tigrés describieron como un acto de 'autodefensa anticipada'. Era predecible que el ejército etíope reaccionara con fuerza de verdad, pero lo que ocurre exactamente dentro de Tigray sigue siendo una incógnita porque las tropas etíopes han expulsado a casi toda la prensa internacional de la región. Sin embargo, sí hay fotos de etíopes, mujeres y niños hambrientos y sedientos, huyendo de la zona bélica. Estas imágenes son angustiosas, pero el temor aún mayor es que el conflicto se extienda a otros países hasta llegar a un conflicto regional que engulla el Cuerno de África.
Si esto ocurre, los efectos políticos y económicos serán devastadores no sólo para Etiopía, sino también para los países colindantes, como Somalia y Sudán, que se encuentran entre los estados más pobres de la tierra. Una intervención humanitaria por parte de la comunidad internacional sería ciertamente necesaria, pero es altamente improbable mientras el presidente Trump permanezca en la Casa Blanca y los europeos no levanten ni un dedo. China y algunos estados árabes tienen inversiones muy importantes en Etiopía, pero, más allá de la venta de armas, no demuestran ningún apetito por la intervención militar. No se sabe cuál será el desenlace del conflicto, pero en Etiopía y Tigray la posibilidad de paz en estas fechas parece tristemente lejana.
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