La gañantería

«Dicen que la política es el reflejo de la sociedad; pues no, si acaso será el espejo deformado del esperpento»

Antonio G. Encinas

Valladolid

Domingo, 25 de febrero 2024, 00:17

Solo con ver los andares, las actitudes, la pinta de «no sabes con quién estás hablando», ya huele a chamusquina. El 'koldismo', lejos ... de ser una anécdota, es un bochornoso reflejo. El de una política cutre, soez, que recompensa al trepa amiguete pero leal por más que sea un gañán a pelo. La exaltación de la gañantería como un modo estrafalario de meritocracia. El camino que conduce a la desconexión con la sociedad. «La política es el reflejo de la sociedad», me dicen. Pues no. Si acaso sería el espejo deformado, el esperpento valleinclanesco.

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Los currículos de nuestros políticos están repletos de «estudios de», que es como decir que yo tengo estudios de Filología porque me matriculé por la UNED, me compré los libros y los abrí una vez. Llámame escrupuloso, pero no me atrevo a ponerlo en el CV. Hay carreras meteóricas basadas en haber apostado por el aspirante adecuado en el momento oportuno, por haber sabido navegar en tiempos de crisis para ascender cuando amainara el temporal. Triunfos que se anclan en una sucesión de favores debidos que luego, cuando se alcanza la cuota de poder mínima, hay que devolver. Y ese es el origen, en muchos casos, de tantas y tantas corruptelas que acaban luego con nombres de 'casos' que se eternizan en procesos que abotargan nuestra fe en el servicio público.

No toda la política es así, claro. Pero sí es un fenómeno lo suficientemente abundante como para que acabe por pudrirlo todo alrededor. Si a eso le sumas el castigo público al crítico, el cierre de filas en torno al líder que decide tu futuro y la continua carrera electoral en la que se ha convertido nuestro calendario político, acabas por tener un ecosistema ineficiente que busca su propia supervivencia por encima de todo.

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