A. MINGUEZA

La excusa

Se puede ser laico y elegante, pero no se puede presumir de refinamiento si reducimos a consumidor al ciudadano y a turismo la Navidad

La Navidad son los políticos. Han convertido la celebración más familiar del año en un pretexto para ayudar a hosteleros y comerciantes locales. Ningún alcalde ... está exento de crítica en estas fechas.

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Ahora que vemos por las noches a los técnicos en sus grúas colocando los primeros cables en las calles más emblemáticas de las ciudades empezaremos a ver titulares sobre cuánto gastan y el porcentaje que se ahorran haciendo malabarismos para recortar de aquí y allá –encendiendo y apagando a horas distintas, utilizando otras bombillas–.

Hay políticos municipales que defienden su gestión de forma más disimulada y tiran de oratoria. La última ha sido utilizar la palabra «elegancia» para referirse a las luces de Valladolid de este año, mientras afirma que quieren «hacer de la Navidad un producto turístico (…) Que la gente se mueva, compre, gaste, disfrute, deje riqueza y se genere empleo». Lo que suena igual de coherente que Locomotoro en los Chiripitifláuticos. Se puede ser laico y elegante, pero no se puede presumir de refinamiento si reducimos a consumidor al ciudadano y a turismo la Navidad.

Esto nos deja un hueco interesante para que analicemos el buen gusto con el que se decoran nuestras calles. Árboles y cajas de regalos de proporciones amanezantes. Luz azul quitándonos el sueño por todas partes…

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Parece que su único propósito es que sustituyamos el reloj circadiano por uno digital. Se excusarán diciendo que es más eficiente.

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