La especie sin huella

Tiempos vendrán en que las personas no reconocerán a sus semejantes, serán tiempos de máquinas célibes. Los humanos se disolverán en una masa de masas cerebrales. Seremos hidras con un sistema nervioso reticular, y un vahído como conciencia. Tiempos así podrían venir. ¿Dónde está el nuevo mundo? No hay rastro ¿se ha perdido la huella de la evolución? El nuevo mundo es el corazón de los ordenadores. Lo vemos ya temblando en un vídeo con la imagen de un virus incontrolable. Es peligroso no seguir avanzando, ha llegado la involución de la evolución de la especie, es el nuevo mundo y su prevención hacia dioses y mortales.

Una especie que actúa de supremacista se define por su falta de sentido. Necesitamos ver morir todo lo que nos sobra, todos nosotros, la memoria de la especie. La materia orgánica consta de elementos nucleares indiscernibles, somos sorpresas cronométricas. Así la sangre en las arterias el tiovivo de las neuronas, los parachoques del sistema nervioso, la montaña rusa de la razón. Vivimos a bajo rendimiento y pretendemos ser dioses.

La especie humana quiere renacer, pero esta vez con intenciones muy claras, ya no es inocente, le ha llevado siglos de aprendizaje lograr un único objetivo: perder la inocencia.