Pobres con techo
Incluso, vivir bajo un techo hoy es sinónimo de hacerlo con más apreturas de las imaginables al consumir la mayor parte de la renta
La vivienda siempre ha sido un elemento diferenciador en nuestra sociedad, reflejo también de la ansiada estabilidad y el bienestar logrados por las clases medias conforme a su progreso. Sin embargo, ahora explica la brecha social y la temida desigualdad. El gran cambio se ha producido cuando el acceso a un piso, especialmente en alquiler, ya no es garantía de prosperidad por sus elevados precios. Incluso, vivir bajo un techo hoy es sinónimo de hacerlo con más apreturas de las imaginables al consumir la mayor parte de la renta. Hasta el punto de provocar situaciones de pobreza en vez de fortuna. Esta es una de las conclusiones del informe coordinado por Cáritas sobre el avance de la exclusión en España –uno de cada cinco habitantes convive con ella, mientras un 9% la sufre de forma severa–, causada en buena medida por la precariedad laboral y el coste inmobiliario. El hecho de que sus prohibitivos precios priven a uno de cada cuatro hogares de una «vida digna» y de que casi la mitad de las personas que residen en alquiler se asomen a la pobreza obliga a los poderes públicos a acelerar la búsqueda de soluciones. No solo es que pueda fallar el modelo, sino que se cuestiona el sistema, sobre todo en los jóvenes. La generación de la crisis que encadenó recesión y covid desconfía de las instituciones y la democracia.