No descuidar la protección
La mascarilla supone un compromiso de cuidado propio y de los demás que es imprescindible seguir ejerciendo cuando y donde se recomiende
El fin de la obligación de utilizar mascarilla en centros sanitarios, sociosanitarios y farmacias ya solo está a falta de que el acuerdo entre el Ministerio de Sanidad y las comunidades autónomas pase por el Consejo de Ministros y se publique en el BOE. Después de desaparecer la exigencia en exteriores, interiores y transportes públicos, la percepción popular asociaba su continuidad en los espacios médicos y farmacéuticos con molestias y gastos adicionales. Un fracaso más de la pedagogía sobre un método de protección eficaz no solo contra el coronavirus sino frente a afecciones respiratorias en periodos que se repiten cada año. Con el adiós a la imposición, la sociedad cierra una etapa más en la superación de la pandemia y puede felicitarse por los muy reducidos datos de incidencia alcanzados. Pero el empeño por decir adiós a la covid, al que el ministro Miñones se sumó declarando «el fin de la crisis sanitaria», no mitiga el daño causado en el ámbito más íntimo, el del recuerdo de los miles de fallecidos y las secuelas que padecen tantos enfermos. La mascarilla supone un compromiso de cuidado propio y de los demás que es imprescindible seguir ejerciendo cuando y donde se recomiende.