Usuarios del Metro de Madrid abandonan una de las estaciones tras el apagón. Efe
El Espigón de Recoletos

Un día en vela o el apagón neuronal

«¿Pero quién ha tenido la culpa de que saltaran los plomos? ¿Podría volver a pasar? Son preguntas que se hace todo el mundo, de modo que para contestarlas habría que poner un poco de orden en el caos»

David Felipe Arranz

Valladolid

Viernes, 2 de mayo 2025, 07:00

Para primer susto el que recibieron a manera de augurio los alcaldes de Reus y Vilaplana la noche del domingo 27 de abril a las ... diez y media. «Estamos trabajando para recuperar el suministro eléctrico lo antes posible», y ya al día siguiente, el de los hechos consumados: «A causa de un cero nacional se ha perdido el suministro eléctrico». Y ni el edil Josep Bigorra que lo ha contado, ni el respetable público, ha recibido a día de hoy mayor explicación al corte eléctrico tercermundista que, en el mejor de los casos, dejó doce horas jugando a las tinieblas a las gentes indómitas, pero dóciles, que habitamos la península ibérica.

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Hay por ahí un informe de Redeia, gestor global de Red Eléctrica –gestionada por la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales–, que alertaba del problema de la mayor presencia de energías renovables y del cierre de las centrales convencionales. Su presidenta, Beatriz Corredor, ha reactivado ya las nucleares y centrales de gas (ciclos combinados) que estaban paradas y ha dado orden de parar las instalaciones de las renovables. ¿Pero quién ha tenido la culpa de que saltaran los plomos? ¿Podría volver a pasar? Son preguntas que se hace todo el mundo, de modo que para contestarlas habría que poner un poco de orden en el caos. A la primera pregunta, jamás obtendremos respuesta, de manera que habrá que seguir preguntando a los adivinos; a la segunda, acudamos al oráculo de la IA, que dice que probablemente ocurrirá el 17 de agosto.

Para entonces habremos confeccionado el kit de supervivencia de temporada, mediante el cual el castigado españolito se adentrará sin miedo en las procelas de la vida estival, costeña y erótica de la España a oscuras, iluminada por humeantes y braseados espetos, sabiendo ya a ciencia cierta quién es quién en el organigrama y a dónde vamos, quo vadis, con tamaño apagón neuronal. Amén

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