Políticos hambrientos
Muestran su disposición a pasar de todo menos hambre, cuando lo que aquí abajo empieza a cundir es el hambre de políticos
Resulta descorazonador que los políticos, sean del color que sean, cosechen sus más sonoros fracasos cuando son obligados a someterse a pruebas de estrés en ... la gestión de catástrofes para las que los administrados les piden que den la talla. Es sintomático además que en su desbarre siempre les pillen por medio las cosas de comer.
En octubre hará un año del diluvio en la comarca valenciana de Paiporta y Carlos Mazón, presidente de la Generalitat, no ha aclarado aún en qué se le fue el tiempo en aquella sobremesa de El Ventorro.
Es relativamente reciente el viralismo de «las cinco y no he comido» con el que Pedro Sánchez regaló los oídos a los miembros de su club de fans tras la reunión de la cúpula de su partido para salvar los muebles después del terremoto Cerdán. Un caso de corrupción en sus filas, la misma enfermedad que hace siete años le aupó a la Presidencia del Gobierno como autoproclamado adalid contra lo de meter la mano en la caja.
El lunes fue el consejero de Medio Ambiente de Castilla y León, Juan Carlos Suárez-Quiñones, quien optó por la impertinencia de su «mala costumbre de comer a mediodía», cuando desde Podemos le afearon que almorzara en Gijón el domingo en pleno infierno en Las Médulas –casi parece un suceso antiguo con lo que ha venido después–. Todos los que vivieron de cerca aquel incendio en zona tan valiosa coinciden en que les sorprendió que se recrudeciera un fuego que parecía controlado. Ese pudo ser su argumento para justificar la ausencia, pero prefirió el zasca al rival a moderar la respuesta pensando en los afectados. Y es que los políticos muestran su disposición a pasar de todo menos hambre, cuando lo que aquí abajo empieza a cundir es el hambre de políticos. De los de verdad, de los que se comen los marrones.
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