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Felipe Ariza

Cazadores de virus

«Los virólogos son los héroes de una nueva era. La biografía de estos hombres de ciencia, místicos y taciturnos encerrados en su laboratorio, es a veces emocionante y casi siempre secreta»

Agustín Remesal

Valladolid

Domingo, 29 de noviembre 2020, 08:34

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El día en que Maradona ascendió al cielo, se oyó la voz de un dios misterioso en todos los estadios, vacíos por culpa de un ... virus, donde él oficiaba el rito de un delirio colectivo. Debió ser el eco de aquella tarde estruendosa, 5 de julio de 1984 en el Estadio San Paolo de Nápoles, cuando el más grande genio del fútbol descendió del cielo en helicóptero, un clamor desmedido de 76.000 tifosi que agradecían a San Genaro entregarles al ídolo glorioso. Ese día en la apoteosis de aquella ciudad italiana, «Babilonia sin salida al mar, tan mística como pagana» según el escritor Jimmy Burns, encontró el argentino su pecado y también su sacramento. Hay ruidos y susurros que permanecen amarrados a la memoria no se sabe con qué crédito o jactancia escondida: «c'ero anch'i», he repetido muchas veces desde entonces ese mantra con el que millones de napolitanos certifican su devoción al ídolo caído, cuyos goles nunca fueron equivocación del árbitro, sino la secuela de una revolución por él inventada.

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