José Ibarrola

Bloques y contigüidad ideológica

«Los acuerdos entre fuerzas contiguas son naturales, y pueden ser tomados en consideración como posibilidad en todos los casos»

Antonio Papell

Valladolid

Sábado, 1 de junio 2019

Las fuerzas constitucionalistas españolas tienen la obligación de tomar una posición conjunta con respecto a Vox, quizá no necesariamente explícita, pero al menos sobreentendida y convincente, que lógicamente deberá corresponderse con la posición que vaya adoptando el partido de Santiago Abascal, que todavía no se ha definido completamente.

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De momento, Vox es un partido ultraconservador por sus posicionamientos políticos, nacionalista centralista, antifeminista, islamófobo, ultraliberal (partidario del Estado mínimo, con impuestos reducidos), con algunos tics homófobos (la retirada de la marcha del Orgullo a la Casa de Campo) y ciertos gestos tendentes a limitar la inmigración. Pero lo cierto es que la asimilación de Vox a la extrema derecha europea solo se basa en las felicitaciones que ha recibido de los partidos de dicho ámbito (la Liga de Salvini o el RN de Le Pen). Falta, en fin, que Vox se pronuncie y que aclare si acata completamente la Constitución, es decir, si las reformas y singularidades que propone son en realidad propuestas de reforma constitucional y no un proyecto revolucionario. Una vez aclarados estos extremos, sabremos si Vox es una organización muy conservadora, situada a la derecha del PP, con cabida en el espacio público que la Constitución enmarca, o una organización neofascista, antidemocrática, externa al gran consenso socialdemócrata ulterior a la Segunda Guerra Mundial, que en ese caso debería ser aislada por un cordón sanitario riguroso que impediría a las fuerzas democráticas pactar con ella, como sucede con RN en Francia o con AfD en Alemania.

Esta aclaración es necesaria para la racionalidad de las decisiones políticas, pero de cualquier modo ha de regir en nuestra democracia el criterio de contigüidad, que ha de ser determinante en la formación de pactos y coaliciones y en las negociaciones previas para lograrlos. En virtud de dicho criterio, el PP es contiguo a Vox y a Ciudadanos; Ciudadanos, al PP y al PSOE, y el PSOE, a Ciudadanos y a Podemos. Los acuerdos entre fuerzas contiguas son naturales, y pueden ser tomados en consideración como posibilidad en todos los casos (con la excepción mencionada de los grupos que desacatan la Constitución). La pertinencia o no de los pactos dependerá de factores no propiamente ideológicos. Prueba de que la volubilidad es aceptable es que Ciudadanos, que gobernó con el PSOE en Andalucía, ahora gobierna en la región con el PP y con Vox. La historia reciente está llena de ejemplos.

Ciudadanos está ubicado entre las dos grandes opciones ideológicas, PP y PSOE, por lo que lo razonable es que su decantación por una u otra opción persiga el reforzamiento de las tendencias explícitas que ha manifestado en las urnas el cuerpo electoral. En el caso de Andalucía, y a pesar de lo difícil que le resulta a Cs justificar su súbito viraje, se puede aceptar que existía amplia voluntad de cambio después de un larguísimo periodo de hegemonía socialista.

La misma tesis –el cansancio de la sociedad tras una larga temporada monocolor- puede alegarse, por ejemplo, en Castilla y León o en la Comunidad de Madrid. Lógicamente, el sentido del desprendimiento idealista ha de ceder en todos los casos al del trueque pragmático, de forma que cualquier concesión debe tener su contrapartida, pero sería bueno que la formación de los gobiernos autonómicos y municipales se hiciera teniendo en cuenta la complejidad de las opciones posibles, sin prestarse al automatismo de la política de bloques, que integraría a Vox en el circuito de la respetabilidad institucional antes de que hayamos comprobado si la organización de derecha extrema merece tal confianza (la sospecha en sentido contrario es legítima y está justificadísima tras el discurso utilizado en ocasiones por los líderes de ese partido).

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La combinación que hiciera alcaldesa de Madrid a Villacís, de Ciudadanos, y presidente de la CAM a Gabilondo, responde a una lectura generosa y cabal de los resultados, en los que destaca el ascenso de Ciudadanos, la victoria del PSOE, el descenso relevante del PP y el hundimiento del populismo de izquierdas. Es una opción, entre otras, que no debería descartarse de antemano.

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