Un respeto
Fácil imaginarlo en su biblioteca, inmerso en reflexiones filosóficas: ¿La Carlota, la Colombiana, la Anaís? Ser o no ser
«Un respeto», pedía José Luis Ábalos a los periodistas que le preguntaban por Santos Cerdán, los audios y todo el embrollo. Un respeto. ¿Qué ... debemos respetar? ¿A usted, a sus métodos? ¿Una presunción de inocencia que le asistirá en su camino judicial pero que de cara a las evidencias no deja de ser más que un formalismo? Habla de respeto quien no ha tenido la más mínima deferencia con nadie. Ni con el PSOE ni con los cargos institucionales que ha ostentado, ni con los votantes, la democracia ni las mujeres.
Un respeto. El adalid de la regeneración. Aquel que desde la tribuna de oradores del Congreso, en representación de millones de españoles, atacaba al PP por ser pasto de la corrupción. Denunciaba que el poder corrompe a quienes cuentan con un gen propenso a la podredumbre. El regenerador, según informa la UCO, tardó dieciocho días desde su llegada al ministerio en empezar a remover basura. Lo de la prostitución lo llevaba aprendido cuando llegó al cargo. Soy feminista porque soy socialista. Y lo ha mantenido hasta el día de ayer. Una de sus allegadas del sector intentaba escamotear al registro de la Guardia Civil un disco duro metido en las bragas. Paseadora de perros, limpiadora. El registro se demoró, aseguraba Ábalos, «porque tengo muchos libros». El intelectual. Fácil imaginarlo en su biblioteca, inmerso en reflexiones filosóficas: ¿La Carlota, la Colombiana, la Anaís? Ser o no ser.
Un respeto. Estoy solo, no tengo a naaadie. Tiene apariencia de regentar una bar de carretera de esos en los que todavía quedan moscas y donde unos huevos duros pasados de fecha se descomponen en la vitrina al lado de la momia de un jurel. Trapacero. Le ha hecho a Torrente el guión de la próxima película. (Berlanga se queda demasiado elevado, falto de caspa y cutrez). Ariete contra la derecha y la extrema derecha. Ese soniquete que a toda costa quiere soldar la reacción neofascista con la derecha moderada e incluso con el centro político. Pues bien, poca gente ha hecho tanto por la extrema derecha en los últimos tiempos como él y sus compinches.
Nadie hace descreer más en el sistema democrático que una banda de golfos instalada en el poder. Usándolo como un casino de pueblo, manejando a la ciudadanía como ganado manso y lerdo. Había que levantar el muro, según doctrina de Sánchez, para aislarnos de la derecha. Había que segar el camino a Lambán, a Lobato, a Felipe González, por supuesto. De los votantes críticos decían que eran conversos, peor que la fachosfera de nacimiento. Bueno. Quizá en una próxima declaración nos dé Ábalos alguna pista de por qué hay que mostrarle respeto a un indeseable.
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