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Santos Cerdán. Reuters
Dados rodando

Una semana entre rejas

«En las largas noches tras los barrotes y las puertas blindadas que le separan de la libertad, Santos Cerdán habrá tenido tiempo de repasar, una y mil veces, las circunstancias que le han llevado hasta su celda»

Antonio San José

Valladolid

Martes, 8 de julio 2025, 06:57

Convengamos en que debe de ser duro, muy duro, amanecer este martes en la prisión madrileña de Soto del Real y comprobar cómo ha transcurrido ... ya una semana desde que el juez Leopoldo Puente, del Tribunal Supremo, decretara su ingreso en la cárcel como presunto cabecilla de una organización criminal. Duro, sin duda, cambiar un flamante despacho en la sede socialista de Ferraz por la soledad del «chabolo», pasar de comer en los mejores restaurantes de la capital, pagados por la tarjeta de crédito del partido, a hacerlo en las instalaciones comunes del complejo carcelario que habita. Y también, verse despojado del coche oficial y la escolta que siempre le acompañó en los últimos tiempos por su posición de secretario de Organización del PSOE.

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En las largas noches tras los barrotes y las puertas blindadas que le separan de la libertad, Santos Cerdán habrá tenido tiempo de repasar, una y mil veces, las circunstancias que le han llevado hasta su celda. Mordidas, comisiones, amaños, apaños, convolutos, cobros irregulares… la panoplia de delitos es amplia y variada. Con dos socios como Koldo García y José Luis Ábalos ¿qué puede salir mal? En realidad, todo. La trama ha descarrilado y ahora se ve abocada a colaborar con la justicia y a enfrentarse a un incierto futuro tras las rejas carcelarias. Se creyeron impunes, todopoderosos, indestructibles. Eran miembros de un partido y de un Gobierno progresista y eso, al parecer, les otorgaba licencia para robar. Ellos, que alcanzaron el poder en nombre de la limpieza, la honestidad y la decencia, han terminado rebozados en el fango de la corrupción de una manera abyecta.

Su pertenencia a una realidad paralela es tal que Cerdán continúa no reconociéndose en las reveladoras grabaciones de Koldo y negando cualquier tipo de actuación ilegal. Arguye que tiene menos dinero que cuando entró en la política y, con una contumacia digna de mejor causa, sigue afirmando que es inocente de toda inocencia, a pesar de las contundentes pruebas que juegan en su contra. El 'trío tóxico', como son calificados en las altas esferas socialistas, campó a sus anchas por un entramado de constructoras, licitaciones y obras públicas, exactamente igual que antes lo hicieron personajes ligados al PP o a Convergencia i Unió. Los comportamientos delincuenciales habitan múltiples barrios ideológicos y se encarnan en políticos de todas las formaciones. El triángulo Cerdán-Ábalos-Koldo, es un epitome del choriceo patrio, de esa forma arrabalera de llevárselo crudo en nombre de la libertad, la democracia, la igualdad, el feminismo, el ecologismo, el progresismo y los avances sociales. Pícaros sin escrúpulos, arribistas sin fronteras y mangantes universales; los tres urdieron una trama para enriquecerse de la que aún no ha podido saberse el paradero de todo lo afanado. ¿Era solo para ellos o desviaron fondos para la financiación del partido? Esa es la gran incógnita, la equis de la ecuación que es preciso despejar para que no contamine a toda una formación integrada por militantes y cuadros honrados, personas que se contemplan horrorizadas ante este latrocinio cometido durante años y a plena luz del día.

Este tipo de episodios son los que alejan a los ciudadanos de la política. La desafección es cada vez mayor y genera esa frase de: «al final, son todos iguales» que hace un daño tremendo a la democracia. Por eso resulta tan necesario desenmascarar a los culpables para evitar generalizaciones injustas. Estos lindos deberían saber que el progreso de verdad, y no de postureo, se defiende con dignidad, ejemplaridad, honestidad y honradez. Valores de lo que ellos carecen por completo.

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