Sánchez contra Israel
«El PSOE, y las fuerzas que le sustentan en el poder, creen firmemente haber encontrado en las legitimas y necesarias protestas contra la actuación de Israel, un nexo de unión tan poderoso que se resisten a dejarlo escapar
Decididamente, el presidente del Gobierno ha decidido erigirse como el primer y principal adversario de Benjamin Netanyahu por la masacre continua que está perpetrando en ... la franja de Gaza. De una manera constante y absolutamente premeditada, Pedro Sánchez se ha convertido en el adalid crítico de Occidente ante el genocidio que Israel está cometiendo ante los ojos de la comunidad internacional sin pararse a distinguir entre los terroristas de Hamás y la población civil e inocente de la franja que está siendo arrasada sin piedad, obligada a desplazarse de su territorio y sometida a las balas, los bombardeos y el hambre como arma de guerra absolutamente inaceptable.
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Es difícil pensar que alguien con un mínimo de sensibilidad no se conmueva ante las imágenes procedentes de la zona transmitidas por los medios de comunicación. En su cruzada, el primer ministro israelí no atiende a otras razones que su afán por exterminar hasta el ultimo atisbo de una organización criminal que proclama la desaparición del Estado hebreo, aunque en su empeño esté acabando con la vida de decenas de miles de inocentes que nada tienen que ver con las execrables acciones de Hamás. Esto es así y constituye una vergüenza absoluta al ejecutarse ante la mirada inerme de organizaciones como la ONU que demuestran, una vez más, su escasa capacidad operativa en situaciones tan flagrantes y dolorosas como esta.
Siendo así las cosas, el exterminio gazatí se ha revelado en las sociedades europeas, entre ellas España, como un poderoso banderín de enganche para una izquierda que se encontraba aletargada en sus cuarteles de invierno sin pretensión alguna de acudir a las urnas en el momento en el que se convocarán elecciones. Hablamos de esos votantes desencantados cuya abstención puede comprometer seriamente la mayoría que hoy sostiene ortopédicamente al Gobierno y a su errático presidente. Sánchez, que otra cosa no, pero posee un olfato político fuera de toda duda, ha reparado en que la causa palestina galvaniza a un electorado que le puede resultar no solo necesario, sino providencial de cara a una próxima confrontación electoral.
Los socialistas se encuentran en un momento decisivo para aunar apoyos, conseguir respaldos y, en definitiva, poder salvar una convocatoria de comicios generales en nuestro país. Tanto es así que algunos asesores de Moncloa no dudan en aconsejar a su jefe un adelanto electoral convencidos de que nunca como ahora van a disponer de una causa de enganche a su proyecto tan poderosa y efectiva como la que comentamos. La izquierda se moviliza y ese estado de activismo y ganas de manifestarse puede quedarse en un capítulo sin trascendencia política de no mediar una cita electoral en la que, sin duda, se haría oír. Ocurre, empero, que acaban de pasar solo dos años desde la celebración de las ultimas elecciones generales, municipales y autonómicas y no existen motivos justificados para hacer un nuevo llamamiento a las urnas extemporáneo salvo por razones de estricta conveniencia partidista. El PSOE, y las fuerzas que le sustentan en el poder, creen firmemente haber encontrado en las legitimas y necesarias protestas contra la actuación de Israel, un nexo de unión tan poderoso que se resisten a dejarlo escapar. «Este es nuestro No a la Guerra», dicen, convencidos de que, si en 2004 aquella oleada de indignación y protestas callejeras funcionó para desalojar al PP de la Moncloa, hoy puede hacerlo en sentido contrario, es decir, para atornillar a Sánchez y los suyos en el Gobierno. La tentación de repetir la experiencia es grande, pero la irresponsabilidad de hacerlo en interés propio resultaría, a todas luces, manifiestamente cuestionable.
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