El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. EP
Dados rodando

Un Gobierno que no gobierna

«Incomprendido, triste y solo, como se queda Fonseca sin estudiantes, Sánchez resiste en un camino sin salida»

Antonio San José

Valladolid

Martes, 15 de julio 2025, 06:56

Los españoles tenemos un Gobierno que no gobierna nada. No por falta de ganas, en absoluto, sino por la poderosa e ineluctable fuerza de los ... hechos. La realidad es tozuda y a Pedro Sánchez no se salen las cuentas por más que lo intente. Sus socios le tienen en el dique seco, esperando al Godot de las posibles nuevas revelaciones de audios y mensajes de whatsapp comprometedores. Parece claro que nadie quiere arriesgar el prestigio de las siglas de su partido por el apoyo a un Ejecutivo que teme a las primeras páginas de los periódicos cada mañana y admite que su continuidad depende de lo que Koldo, Ábalos, Santos Cerdán, o los tres, decidan filtrar como estrategia de defensa y supervivencia en libertad.

Publicidad

El denominado bloque de la investidura reflexiona y lo más profundo que exhibe es un silencio prudente que conduce a la inacción cuando no a la parálisis. Aquí, en este bendito país, no se aprueba una ley ni por casualidad. Ya no hay convalidaciones de decretos ni apoyos para sacar adelante 'políticas progresistas, feministas y ecologistas'. Por no haber ni siquiera hay unos Presupuestos Generales en el horizonte, no ya para 2025, algo que a estas alturas de la película se da por descontado, sino de cara al próximo ejercicio con lo que ya se encadenarían tres años seguidos sin cuentas del Estado, algo insólito que haría imposible la continuidad de un gobierno en cualquier país de nuestro entorno.

La consigna es resistir. Moncloa es el nuevo Álamo, el fuerte en el que se atrinchera el presidente con sus más fieles lamiéndose las heridas de las traiciones recientes y disparando invectivas contra todos los que no le aplauden de manera entusiasta. El sanchismo no quiere periodistas libres, reclama 'cheerleaders' con pompones y palmeros de tablao flamenco, mientras comprueba asombrado como algunos paniaguados que hasta ayer formaban parte destacada del equipo del opinión sincronizada, piensan por libre y se hacen los exquisitos ante el cúmulo de reveses que sufre su otrora amado líder. El poder tampoco quiere jueces independientes y en su batalla la ha emprendido hasta con los obispos a los que acusa –¡cómo no!– de hacerle el juego a la derecha-extrema-y-la-extrema-derecha. Aquí todo el mundo es facha, fascista irredento, ultraderechista si fronteras y contrario a la labor de un Gobierno que, en palabras del ínclito Enrique Santiago, conspicuo líder del Partido Comunista de España, hay que apoyar 'por el bien de la humanidad' (sic).

En un entorno tan desquiciado cabe peguntarse para qué quieren Sánchez y los suyos permanecer en los despachos al borde la la taquicardia y el ataquín permanente. ¿Qué sentido tiene estar por estar? Cuando la acción política se esfuma lo suyo es convocar elecciones o, al menos, someterse democráticamente al mecanismo constitucional de la moción de confianza. Como el presidente sabe que carece de apoyos para sacarla adelante en el Congreso, ha decidido atarse al palo mayor en medio de la tempestad y resistir los continuos vendavales mientras se enfrenta a todo y a todos, incluidos los cuadros históricos del PSOE, Donald Trump, Úrsula von der Leyen y Mark Rutte. Incomprendido, triste y solo, como se queda Fonseca sin estudiantes, Sánchez resiste en un camino sin salida que no conduce a parte alguna, una senda artificiosa que linda con la realidad paralela en la que habita convencido de tener razón y de circular en el sentido correcto sin apercibirse de que el vehículo que conduce avanza suicidamente por el carril contrario de la autopista con destino al final de su escapada.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

3€ primer mes

Publicidad