Inflexión leonesista
«Las próximas elecciones pueden marcar el inicio del camino a una separación real de Castilla y León»
Creo que el 15M, el de 2026, el de las elecciones autonómicas, puede ser el punto de inflexión leonesista. Inflexión hacia arriba. Hacia ese punto ... indeterminado aún en el que la separación de Castilla y León se convierta en realidad. Aunque a estas alturas sigo sin saber si eso sería necesariamente bueno para nadie, pero ese es otro debate.
Vamos al momento. Ahora mismo, UPL (Unión del Pueblo Leonés) tiene 3 escaños de 81 en las Cortes autonómicas. Todos por León, ninguno por Zamora o Salamanca. Los sentimientos leonesistas, que venían avivándose antes de la pandemia y que cuentan con aliados incluso entre los miembros del PP y del socialismo leonés, no han mermado desde entonces. Y además han encontrado combustible en los incendios del pasado verano y en la nula empatía de la Junta (personificada, qué cosas, en un consejero leonés, Juan Carlos Suárez-Quiñones, con una frase tan desafortunada como «tenemos la mala costumbre de comer» en plena crisis, cual Ventorro autóctono).
UPL podría obtener grupo propio en las Cortes. Nunca antes ha pasado. Son cinco escaños. Pero son, sobre todo, dos liberados a sueldo y tiempo completo y unos ingresos por grupo parlamentario que, bien jugados durante cuatro años, dan para expandir el leonesismo por otros territorios hasta ahora más indiferentes, como Salamanca o, sobre todo, Zamora, tierra harta con razón de sentirse olvidada por todos. Quién sabe si incluso esos escaños servirían para ser llave del Gobierno, para decidir los presupuestos... ¡O para pedir una consulta popular con urnas de verdad! ¿Imposible? Si hay un partido con una hoja de ruta clara, es UPL. Y si tiene ocasión no va a quedarse en amagos.
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