Que vas por la vida venga a hacer cuentas para llegar a fin de mes y resulta que eres un derrochón. ¡Austeridad!, claman desde Bruselas. ... Y empiezan a imponer recortes de esos que sobre el papel duelen menos que aplicados a la vida real. Porque has comprado un piso muy caro, con el suelo disparado porque hasta los ayuntamientos y diputaciones han querido hacer negocio, con una hipoteca regalada que incluía, cortesía del banco, hasta la letra de un cochazo que no necesitabas, y ahora, cuando todo eso se revela como un burbujón… ¡Zas! Te toca pagar los datos rotos.
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Esa escena dramática, ese recorte a troche y moche, ese austericidio, lo dirigió desde el Gobierno Cristóbal Montoro. Un señor salido de la central nuclear de Springfield que dictó cosas como que la tasa de reposición del personal público se quedaba en un 10%. Por cada diez jubilados, un trabajador nuevo. Suficiente como para abonar el nacimiento y desarrollo de universidades privadas, hospitales privados y cualquier asunto privado-antes-público que hubiera. En Castilla y León, por ejemplo, las cuatro universidades públicas pasaron de tener en plantilla 6.699 profesores e investigadores (no todos funcionarios, ojo, ahí entran también los asociados y laborales) y 3.195 trabajadores de administración y servicios en el año 2008 a 5.831 y 2.962 en 2013. Hasta 2023 no recuperaron las cifras de quince años antes. Y con muchos más grados, dobles grados, burocracia, erasmus, competencia de las privadas…
Mientras esto ocurría, el mismo Montoro que asestaba mandobles de austeridad recortaba impuestos previo pago, dice el juez, a lobbies empresariales. El austericidio no era para ellos.Ni, por lo que se ve, para Montoro. Era pa' ti.
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