Lo que arde
«El fuego arrasa el pasado, la memoria, pero también el presente y el futuro»
Lo que arde es el pasado. La memoria arraigada en los adobes de las casas, esos cascotes de barro y paja que un día transportó ... la carruna para que una pareja comenzara a construir su vida. Su casa. Su hogar. Carruna de la que tiraban los familiares y amigos, cada uno con su carro, el día convenido, sin más interés que ayudar como a ellos les ayudaron. Casas con gallinero, quizá, con corral, con un una portalada, una cuadra, una tenada. Casas con remiendos aquí y allá que luego se fortificaron con el dinero que llegó de fuera, cuando él, o ella, o los dos, emigraron a Francia, a Alemania, mientras los hijos se quedaban al cuidado de los abuelos, mientras los padres se morían a tanta distancia que el dolor llegaba en diferido. Casas en las que se escribía con una caligrafía a veces diabólica y una ortografía de escuelita básica porque había que trabajar antes de ser adultos. Casas en las que a los hijos se les exhortaba a estudiar para que no tuvieran que irse a servir o a deslomarse al sol. Para que tuvieran una vida mejor. Casas sin estudios que alumbraron licenciados universitarios, el orgullo de la familia.
Lo que arde es el presente. El pie de vida de quien aún quiere quedarse en el pueblo. ¿Por qué arriesgan su vida quedándose a batallar contra el fuego y el humo? ¿Por qué desobedecen la orden y la lógica?Porque no se quema el paisaje. Se quema su hoy. Su casa, pero también su modo de vivir, el pasto de las ovejas, las colmenas, la madera. Su sustento.
Lo que arde es el futuro. La certeza de que morirás sin volver a ver el paisaje que conociste, el adiós de los que ya no aguantarán más, la imposibilidad de rebrotar de las cenizas a estas alturas. La desolación de las vidas reducidas a polvo negro.
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