Esa trampa de que NO todos son iguales…
Carta del director ·
El presidente del Gobierno mostró en Televisión Española su convicción de continuar la legislatura incluso si no es capaz de sacar adelante unos presupuestos para 2026De la entrevista que Pepa Bueno hizo el pasado lunes en Radio Televisión Española al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, podemos sacar bastantes conclusiones. La ... que tiene que ver con su valoración de la acción de la Justicia en casos que le atañen familiarmente viene resumida en una crónica de El Confidencial que, para desmontar la tesis de Sánchez de que los jueces de dichas causas no cumplen con la ley, recuerda: «El caso Begoña Gómez ha sido respaldado por la Audiencia Provincial de Madrid y el Tribunal Superior de Justicia rechazó dos querellas por prevaricación presentadas contra el juez Juan Carlos Peinado. En el caso del 'hermanísimo' [en alusión a su presunto enchufismo en la Diputación de Badajoz] ha sucedido lo mismo. Cuando el jefe del Ejecutivo se refiere a unos pocos jueces, no habla de dos o tres, ataca el criterio de una treintena». Así es la cosa. No es un juez travieso, son bastantes los que sostienen y fundamentan las mismas sospechas.
Otras conclusiones, sin embargo, quizás son menos evidentes. Por ejemplo, cuando el presidente aborda el caso del Fiscal General del Estado, que será procesado por revelación de secretos. Le plantea la periodista: «¿Por qué cree aceptable que un fiscal general del Estado pueda ejercer su función mientras se sienta en el banquillo de los acusados?» Y él responde inmediatamente: «Porque es inocente. Porque creo en su inocencia». En castellano: porque yo lo valgo. La referencia es él, Pedro y su persona. El oráculo. A lo que la periodista replica: «Pero la inocencia quién la dictamina, ¿los jueces o los próximos?» No, los jueces, por supuesto, explica Sánchez, quien continúa con su argumentario en favor de Álvaro Ortiz. Hasta culminarlo con la madre de todas las falacias: «Yo siempre voy a estar con aquellos fiscales y jueces que luchen contra la corrupción, que persigan al delincuente». Claro. Y yo. Y Steven Seagal… Pero, primero, pasa que no parece estar demasiado con aquellos jueces que persiguen posibles casos de corrupción (delincuencia también) en sus proximidades, sean personales o políticas. Y segundo, sucede que no da igual cómo se persiga al delincuente. De hecho, por lo que se juzgará a Ortiz no es por sus buenas y sanas intenciones contra los malos, las mismas que tenía Steven Seagal en 'Alerta máxima', sino por sus métodos. Porque, de hecho, en este caso se obvia siempre que dar a conocer al público o no las negociaciones del novio de Ayuso con Fiscalía en modo alguno alteraba la solución final del pleito ni servía para luchar contra nada. Respondía únicamente a una estrategia de tipo político o mediático, ajena por completo al proceso. Una maniobra en la que, por supuesto, nunca debió involucrarse el fiscal general.
Más cosas. Sobre los casos de Ábalos y Cerdán, el presidente considera que ha cumplido con su responsabilidad, que es básicamente no abandonar el barco (como Mazón), pedir perdón, estar dispuesto a aprender y reconocer sus errores. Magra contrición. Sí, es verdad que pensó en dimitir. Pero luego no. Porque Sánchez siempre que se piensa algo es para quedarse. Como cuando dedicó aquellos cinco días a meditar después de mandar una carta a todo el mundo a través de un tuit. Tenía a unos cuantos de los suyos y a todos los del PP expectantes y esperanzados. Pero qué va. Fue un aguafiestas. Se quedó para regenerarnos. Y en ello está. Ahora con un pacto de estado anti emergencia climática.
Los presupuestos
La entrevista llegó al momento de los presupuestos. ¿Qué hará si se los tumban? Nada. Seguir con los que tenemos, ya prorrogados también. ¿Pero por qué? «Los presupuestos generales del Estado son un instrumento, no un fin en sí mismo. El fin es crecer, crear empleo como lo está haciendo la economía española. El fin es reducir la desigualdad y hacer la agenda de transformaciones económicas que está haciendo el gobierno de España». No opino lo mismo. Porque lo anterior equivale a decir que el fin soy yo y que todo lo demás, incluida la Constitución, es mero instrumento. Muy al contrario, creo que, como al hablar del Fiscal General del Estado, es mucho más importante cómo se crece, cómo se crea empleo, cómo se reduce la desigualdad y cómo se aplica una agenda de transformaciones. En democracia los medios son más importantes que nada. En lo que nos ocupa, la ley de presupuestos, debe hacerse con un respaldo positivo mayoritario de la cámara fruto del consenso y la cesión. Si no se hace así, si no se hace por la vía que establece nuestro modelo legislativo, con nuevas cuentas aprobadas por la mayoría, sucede lo que Ignacio Camacho explicaba en ABC el pasado lunes: «Cuando la única expectativa de un nuevo curso político consiste en saber si el Gobierno logrará completarlo es que ya ha empezado de hecho el final de ese mandato. [...] Su liderazgo ha caducado porque ya no tiene nada que ofrecer a los ciudadanos salvo su propia permanencia en el cargo. Es decir, que ha tomado a las instituciones como rehenes de un proyecto personal amenazado de desplome inmediato y sin otro horizonte que el de arañar unas cuantas hojas más al calendario. Un Parlamento bloqueado y un Ejecutivo sin más respaldo que el de una coalición negativa para cerrar el paso a la alternancia no constituyen una legislatura sino un fraude democrático». Tal cosa, por cierto, sirve exactamente igual para las comunidades autónomas. De hecho, desde esta tribuna se ha aludido, en ese mismo sentido crítico, a la ausencia de presupuestos en Castilla y León.
La polarización
La entrevista terminó abordando la polarización y el maltrato discursivo con que nos aplastan a todas horas desde las portavocías de los partidos, las instituciones, cada vez más medios de comunicación, las redes sociales o los programas de política deluxe que, ya también, invaden el ente público. Qué pena. «Usted ha sido víctima de una campaña de deshumanización extraordinaria. Otros presidentes también, pero es verdad que ahora todo se multiplica enormemente con las redes sociales», le entró Pepa Bueno. ¡A porta gayola! Pedro Sánchez 'el deshumanizado' aclaró que la polarización es asimétrica: «Yo no insulto». Ni falta que hace cuando otros lo hacen por ti. Y no miro a nadie. Añadió que a él le parece importante «diferenciar a unos políticos de otros. Porque lo que no se puede hacer es meter a todos los políticos y políticas en el mismo saco».
Pero veamos: si todos atacan a los jueces cuando no actúan como ellos quisieran, sea investigando una dana en Valencia o a un hermano músico; si todos emplean registros semánticos cargados de frentismo, agresividad y oportunismo; si todos optan por imponer el fin frente a los medios… Pues entonces sí. Hay que meterlos a todos en el mismo saco. Porque además y precisamente, la gran trampa está en que, al diferenciar, uno llega fácil a la conclusión de que habrá que hacer cualquier cosa para evitar que 'los otros', los malos, lleguen al poder. Algo así solo parecía que tenía sentido cuando los malos lo eran objetivamente porque, por ejemplo, patrocinaban a pistoleros que mataban y aterrorizaban a sus adversarios.
Esa es, desde mi punto de vista, la gran tragedia que está triturando nuestra convivencia. En España cada vez menos gente acepta que gobiernen 'los otros'. Y por si fuera poco, los que defendían a los asesinos, promovieron una insurrección territorial o se han fugado de la Justicia merecen el mismo saco. Así que sí, para mí rojos y azules son iguales. Todos somos iguales. Por eso a veces deberían mandar unos y a veces deberían mandar otros.
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