El PP y la gestión de sus expectativas
Carta del director ·
«No es sencillo para Feijóo administrar en estos momentos un poder autonómico y municipal enorme, pero de gran diversidad y con intereses y circunstancias muy diferentes»Andan Feijóo y el Partido Popular balanceando como pueden las tensiones de su electorado para que no se entregue a corrientes xenófobas propias de algunos ... postulados de los partidos ultra y se quede en la gran casa de los liberales y conservadores, en ese partido que en otro tiempo, cuando las gaviotas volaban, fue capaz de reunir bajo su paraguas ideológico a todo quisque que estuviera un milímetro a la derecha del PSOE. Pero no es sencillo. De hecho, quizás sea imposible. Porque, por ejemplo, todo lo que el PP podría ganar con el visado por puntos entre quienes dudan si entregarse a ellos o a Vox, ahora que desde Murcia se toman en serio la inmigración, lo puede perder con quienes duden si quedarse en casa o votar al PSOE, ahora que la amenaza de un gobierno de coalición con Abascal de albacea no solo es posible, sino probable. No es sencillo porque, de estos vaivenes, solo Vox logra réditos. Tras la dana solo ganaba Vox. En los incendios del verano solo ganó Vox. Cuando miras a Europa, las corrientes más reaccionarias no dejan de extenderse. Este viernes, en El Confidencial, Ignacio Varela ofrecía una serie de datos reveladores: «En el actual Parlamento Europeo hay tres grupos a la derecha del Partido Popular. Está el grupo de los Patriotas, donde aparecen, entre otros, la francesa Le Pen, el húngaro Orbán, los portugueses de Chega y los españoles de Vox. Está el llamado 'Conservadores y Reformistas', liderado por Meloni. Y está el de las Naciones Soberanas, cuyo miembro más importante es la Alternativa por Alemania. En total, suman 191 diputados que, si estuvieran unidos, serían el grupo más numeroso de la Cámara». Desde luego que no es sencillo.
Tampoco es sencillo para Feijóo administrar en estos momentos un poder autonómico y municipal enorme, pero de gran diversidad y con intereses y circunstancias muy diferentes. Moreno Bonilla y Andalucía son una cosa, Guardiola y Extremadura son otra, Mañueco y Castilla y León, ni te cuento. Ayuso es de otra galaxia. Y Rueda en Galicia puede que conozca por su nombre y apellido a los 30.000 gallegos y gallegas, menos de un ridículo e irrelevante 3% del electorado, que votaron a Vox el año pasado en las autonómicas. ¿Cómo dirigir a tanto general al frente de ejércitos, contra adversarios y en campos de batalla tan dispares, acompañado además solo de un puñado de sargentos? No es sencillo, para nada.
Así que menos lo es decidir cómo actuar cuando se precipitan los acontecimientos, cuando la actualidad y las maniobras del adversario evolucionan con una velocidad incesante, cuando no logras que tus mandos se comporten como oficiales norcoreanos porque en sus mismas esencias están, precisamente, el libre albedrío, la autonomía de criterio y el repelús a todo lo que suponga seguidismo o disciplina.
Los primeros en enfrentarse al veredicto, si nada cambia, serán los dirigentes del PPde Castilla y León. Hay analistas que defienden que debería organizarse una especie de tsunami electoral con Andalucía, Aragón, Baleares y Extremadura adelantando su cita con las urnas a marzo para tratar de aprovechar el viento de cola que, según algunos sondeos, podría tener el PP en estos momentos. Pero también los hay que preferirían que, pase lo que pase, le pase primero a Castilla y León y luego ya veremos... No es sencillo decidir, desde luego. Si Feijóo fuese coherente con su diagnóstico de lo que detecta en la voluntad popular, nos haría votar a castellanos y leoneses, andaluces, maños y extremeños ya mismo. Pero qué va, insisto en que no es tan sencillo. Estamos hartos de ver cómo fallan los pronósticos. No por estar mal hechos, sino porque cientos de miles de personas cambian de negro a blanco de la noche al día y eso no siempre es controlable ni detectable ni corregible.
Mi opinión coincide con la de quienes ven que una jornada de elecciones en varios sitios hará que Vox y PSOE deban repartir el esfuerzo y la presencia entre varios territorios. Se verían obligados a elegir. A cambio, los temas predominantes en campaña serían más generales, más ideológicos, poco ceñidos al territorio. Y Génova mandaría más en la estrategia que si solo votamos en Castilla y León. También coincido con quienes observan que, a cambio, ir solos permitirá al PPpilotar un marco de debate más próximo al ciudadano. Como contrapartida, le expondrá bajo un foco de atención máxima y eso no parece que le fuera muy bien la última vez. Ojo, al PP de Feijóo tampoco le fue muy bien cuando debió enfrentarse a Sánchez mientras negociaba en Extremadura y Valencia cómo gobernar con apoyo de Vox.
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