Las ideas ajenas
Carta del director ·
Dice Javier Cercas en El País que «la radicalidad de la izquierda depende de la radicalidad de su compromiso con la democracia»Durante años, en la segunda mitad del siglo pasado, este periódico incluía entre sus páginas una sección titulada 'Las ideas ajenas'. En ella se rescataban ... fragmentos de artículos publicados en otras cabeceras, como La Vanguardia, Arriba, Pueblo o Informaciones. Casi siempre aparecían dos piezas, a veces vinculadas por un mismo tema. Por ejemplo, el 27 de noviembre de 1969, se optó por abordar los problemas de la vivienda y la especulación del suelo. El trozo del artículo de Pueblo incluido en El Norte de Castilla decía:
«Hay muchos matrimonios que buscan en todas las ciudades de importancia un piso cuyo alquiler sea asequible a sus medios económicos. Sus ahorros no alcanzan a poder comprar un piso, puesto que muchas viviendas que hay hoy en España acogidas a los beneficios de la ley, que el gobierno generosamente ha concedido, exentas de tributos al Estado o Municipio, se encuentran cerradas, por no pagar nada, y solamente están dispuestas para la venta y no para alquilarlas. [...] Si esas viviendas desalquiladas pagasen al Estado un ciento por ciento más de contribución mientras estuviesen desocupadas, sus dueños las alquilarían por su justo precio y todos nos beneficiaríamos de la buena fe del Estado».
Viejas soluciones para viejos problemas. Y también, la vocación permanente de El Norte de Castilla de escuchar otras voces. Hoy tomo prestada la idea de aquella sección (veremos si no es momento de recuperarla) y me voy a limitar a traer dos porciones de dos artículos publicados el pasado martes, en ABC y El País, que considero ejemplares, esclarecedores y muy didácticos. Recomiendo leerlos en su totalidad, no solo este aperitivo. El primero es una Tercera de Jorge Rodríguez-Zapata, profesor de Derecho Constitucional, que fue magistrado del Tribunal Constitucional. En su artículo, titulado 'Amnistía y estupidez', bastante claro, como se ve, desde el arranque, dice:
«La sentencia del Tribunal Constitucional sobre la ley de Amnistía obliga a evocar las reflexiones de Bonhoeffer, cuando en sus 'Cartas desde la prisión', editadas por Eberhard Bethge (Nueva York, 1962), advierte sobre la estupidez que siempre se extiende en las autocracias cuando lo hace el poder y el dictador abusa de él reclamando obediencia al sistema. El que obra mal lo sabe y siente una sensación de culpa; esa es la razón por la que el mal se puede derrotar y destruir. En cambio, la estupidez lleva a hacer el mal sin reconocer que lo que se hace está mal. El mal se puede combatir, enfrentar y derrotar, pero la estupidez no. La estupidez es inmune a la lógica, al pensamiento y a la razón. La gente estúpida no acepta razones, porque deja de pensar y de criticar a la autoridad cuando es necesario. Habla por consignas simples y cree que siempre tiene razón. La estupidez es por eso muy peligrosa, sobre todo en manos de los poderes autoritarios que siempre la extienden a sabiendas y la usan, porque es muy fácil rendirse ante argumentos de estupidez. Lo malo de la estupidez es que no es individual; se infiltra en la sociedad y en los sistemas que reclaman obediencia».
El segundo es obra de Javier Cercas, se publica en El País, en su segunda página de opinión. Se titula 'La mayor victoria de Pedro Sánchez'. Dice lo siguiente este reconocido escritor cacereño:
«El presidente Sánchez afirma que no dimite porque entregar el Gobierno a la derecha y la ultraderecha sería «una tremenda irresponsabilidad». La frase comporta el reconocimiento de que está gobernando sin el apoyo de la mayoría social, lo que resulta inquietante: ¿en democracia no debería gobernar quien cuenta con el respaldo de la mayoría, nos guste o no? ¿O preferimos que gobiernen los nuestros, aunque se hallen en minoría? ¿Qué es más importante: la izquierda o la democracia? Más aún: ¿sigue siendo izquierda una izquierda que cree en la democracia solo a ratos y solo si le beneficia? Yo no pienso que la izquierda sea moralmente superior a la derecha —esa es la idea más venenosa de cuantas circulan por el mercado político español, sobre todo para la propia izquierda—; yo pienso que la izquierda lleva razón por un hecho irrefutable, y es que décadas de socialismo democrático han engendrado en el norte de Europa las sociedades más prósperas, libres e igualitarias del mundo (si no de la historia); yo soy de izquierdas porque aspiro a que España sea una Noruega del sur, con sol y tapas. Pero, si la izquierda se desentiende de la democracia (o si su compromiso con ella se vuelve evanescente o retórico), deja de ser izquierda: la democracia es la condición de posibilidad de la izquierda; la radicalidad de la izquierda depende de la radicalidad de su compromiso con la democracia». Pues poco más cabe añadir.
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