El terraplanismo del soterramiento
Extenuado estoy de gente que no distingue entre la tenacidad y la tozudez y de políticos nefastos que gastan el dinero público como si fuera billetes del Monopoly.
Estamos tan preocupados por el desbarajuste mundial que no habíamos comentado, aunque sea de pasada, un tema doméstico como es la nueva tasa de basuras ... del Ayuntamiento de Valladolid.
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En los últimos años, nos han acostumbrado, como a mascotas obedientes, a separar los desechos orgánicos de los inorgánicos, a depositar en contenedores de colores distintos la ropa vieja, el papel, las pilas, los plásticos, el aceite de las fritangas… Cuando a un electrodoméstico lo fulmina la obsolescencia programada, lo llevamos a un punto limpio. Vamos, que un poco más y nos ponen a barrer por turnos la hojarasca de las calles. ¿Y cómo nos recompensan esa labor de ciudadanos concienciados con el medio ambiente y con la ciudad? Pues con un nuevo sablazo, diferente del IBI (que antes incluía todo).
Ya sé que esta nueva tasa es una obligación nacional, pero algunos ayuntamientos la han descontado de otros impuestos municipales para que la carga fiscal quede más o menos como estaba. En Valladolid, no, y además alguna mente privilegiada ha determinado que pague casi lo mismo una persona que vive sola que una familia con ocho hijos.
Jesús Julio Carnero prometió en campaña electoral bajar los impuestos, pero con esta nueva tasa la subida es notoria. Prometió dedicarse en cuerpo y alma a la ciudad y luego se metió en el Senado, como si Valladolid fuera un pueblecillo en el que apenas hay asuntos que gestionar. Y el único compromiso en el que se empeña y se obceca es en el soterramiento del ferrocarril, a pesar de que las circunstancias han cambiado y aconsejarían un cambio de rumbo.
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«Este equipo de Gobierno defenderá el soterramiento hasta la extenuación porque es lo mejor para la ciudad y es el mandato de los ciudadanos», ha dicho el alcalde hace poco en un pleno municipal.
El Ayuntamiento va a intentar parar judicialmente el proyecto de la nueva estación de trenes (que es fea, sí, pero ya nos acostumbraremos y nos vendrá bien a todos) y este próximo lunes hay una reunión crucial de la Sociedad Valladolid Alta Velocidad, con participación, no sé si física o telemática, del ministro tuitero Óscar Puente. Si el Ayuntamiento de Valladolid se niega a seguir con las obras de integración pactadas y con los compromisos firmados, la Sociedad igual se acaba disolviendo. Eso costaría a los vallisoletanos 100 millones de euros.
Extenuado (harto, agotado, hasta la coronilla) estoy yo del terraplanismo del soterramiento, de gente que no distingue entre la tenacidad y la tozudez y de políticos nefastos que gastan el dinero público como si fuera billetes del Monopoly.
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