La Piedad solicita el indulto para dos reclusas de Villanubla

Nuestra Señora de la Piedad, también conocida con la advocación de La Quinta Angustia, es una de las imágenes marianas con más devoción de la capital vallisoletana, cuya carroza es empujada en la Procesión de Penitencia y Caridad del Jueves Santo por sus respectivos comisarios pero también por las personas que hayan sido indultadas por el Gobierno de España. En esa tarde, los presos -en caso de recibir el visto bueno- salen desde la Audiencia Provincial al paso del desfile de modo completamente anónimo. No obstante, en los últimos años la hermandad vallisoletana no consiguió finalmente esta gracia ministerial y cofrade, con lo que ningún preso del centro de Villanubla se benefició de esta posibilidad. En concreto, la Penitencial de la Piedad lleva siete años consecutivos sin obtener el plácet para excarcelar a alguien que su situación carcelaria ya afronta el último tramo de la condena y con una máxima: que no tengan en su haber delitos de sangre.

El directivo de la hermandad confía en conseguir por fin algún indulto, sintiéndose orgulloso de las peticiones solicitadas y confiando en que los deseos cofrades se materialicen comprometiéndose al tiempo como viene siendo tradicional a favorecer su reinserción. Ángel Herrero espera de esta manera cumplir con uno de los objetivos sociales de esta histórica penitencial que, además de a la Virgen de la Piedad (Gregorio Fernández hacia 1625), también alumbra por las calles vallisoletanas los pasos del Cristo de la Humildad (José de Rozas, 1691), del Cristo de la Cruz a María (discípulos Gregorio Fernández, hacia 1642, siendo el cuerpo de José de Arimatea de Jose Antonio Saavedra, 1995) y, a corto plazo, como el propio hermano mayor explicó en este periódico el pasado lunes, un crucificado de nueva hechura que es el Cristo de la Paz (Antonio Reiné Magariños), que recibe culto desde el pasado domingo en la Iglesia Parroquial de San Martín.