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Margarita Robles, una magistrada pionera para las Fuerzas Armadas

Margarita Robles, una magistrada pionera para las Fuerzas Armadas

Perfil ·

La hasta ahora portavoz del PSOE nunca ha pasado inadvertida a lo largo de su carrera judicial y política

Ander Azpiroz

Madrid

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Miércoles, 6 de junio 2018

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Sonaba para dirigir los ministerios del Interior o de Justicia, pero tomará el mando de Defensa. Margarita Robles dirigirá un departamento que, de cumplir el Ejecutivo de Pedro Sánchez el compromiso que adquirió Mariano Rajoy con los socios de la OTAN, en los próximos años deberá incrementar su presupuesto para aumentar su contribución a la Alianza Atlántica. Habrá otro reto para la nueva ministra. Defensa recupera con el regreso de los socialistas al poder el control del Centro Nacional de Inteligencia (CNI), que con el PP dependía de la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría.

María Margarita Robles nació en León en 1956. Juez de profesión, a lo largo de su carrera ha sido pionera en varios terrenos. Número uno de su promoción, fue la primera mujer que presidió una sala de lo contencioso-administrativo, la primera en presidir una audiencia, la de Barcelona, y la tercera mujer en llegar al Tribunal Supremo.

Pese a su brillante futuro en la judicatura, Robles optó por dar el salto a la política en 1993, cuando asumió la Subsecretaría del Ministerio de Justicia. Un año después pasa a Interior de la mano de Juan Alberto Belloch, a quien Felipe González designó para dirigir un superministerio en el que se unieron las carteras de Justicia e Interior. Robles se hizo cargo de la Secretaría de Estado de Seguridad en sustitución de Rafael Vera, que acabaría condenado por el manejo de los fondos reservados y por el secuestro de Segundo Marey a manos de los GAL.

La juez no tuvo una labor sencilla en el Ministerio. Eran los años del fin del felipismo y de la caída en picado de un PSOE acosado por el escándalo de los GAL, a los que Robles ayudó a poner fin, y los casos de corrupción. Así, entre otros asuntos tuvo que lidiar con el 'caso Roldán' o con el 'caso Lasa y Zabala'. Al tener que dividirse Belloch en dos carteras, tanto Robles como su homóloga en Justicia, María Teresa Fernández de la Vega, se convirtieron en ministras de 'facto'.

Regreso a la carrera judicial

Tras el triunfo de José María Aznar en las elecciones del 1996, Robles regresó a la carrera judicial y hasta 2004 ejerció como magistrada de lo Contencioso-Administrativo en la Audiencia Nacional. Ese año pasa al Tribunal Supremo, y entre 2008 y 2013 es miembro del Consejo General del Poder Judicial a propuesta del PSOE, que no se había olvidado de su antigua secretaria de Estado.

En el máximo órgano de gobierno de los jueces Robles volvió a demostrar su carácter indómito. Votó a favor de la destitución del presidente de este órgano, Carlos Dívar, después de que trascendiese que había aceptado viajes gratis a Marbella. La nueva ministra de Defensa también se distinguió por su oposición a Baltasar Garzón. Tras abandonar la política en 1994, el juez se convirtió en azote del Gobierno a cuenta de los GAL durante la misma época en que Robles era secretaria de Estado de Seguridad. La magistrada fue una de las más firmes impulsoras de la inhabilitación de su colega y rival por cometer prevaricación durante la instrucción del 'caso Gürtel'. Garzón siempre ha mantenido que Robles se guió por el profundo odio personal que le profesa.

La ministra de Defensa volvió a la política como número dos del PSOE en las elecciones de junio de 2016. Lo hizo para cubrir el hueco que dejó su ahora compañera de gabinete, Meritxell Batet, que pasó a ser número uno por Barcelona en sustitución de Carme Chacón.

Robles vivió en primera persona la caída y regreso de Pedro Sánchez al líderazgo socialista. Mantuvo su apoyo al presidente del Gobierno en todo momento. También en el 'no es no' a la investidura de Mariano Rajoy. La juez, que no es militante del PSOE, fue una de los 15 diputados socialistas que desoyó la orden de la comisión gestora dirigida por Javier Fernández para abstenerse y permitir la formación de un nuevo Gobierno popular.

La magistrada pagó su voto negativo con el ostracismo en el grupo parlamentario. Pero no tiró la toalla, pese a las voces que se lo insinuaron. Y entonces volvió Pedro Sánchez. Una de las primeras decisiones fue, contra pronóstico, nombrar a Robles portavoz parlamentaria. No importó que un puesto tan importante lo ocupase alguien que no es militante de la formación. Tras triunfar la moción de censura, el nombre de la juez apareció en todas las quinielas para ocupar un asiento en el Consejo de Ministros, la única duda sería la cartera que le tocaría en el reparto. Finalmente, el jefe del Ejecutivo ha decidido recompensar la lealtad de su colaboradora dándole el control de las Fuerzas Armadas y los servicios de inteligencia.

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