La caída del Podemos griego: del gobierno a la irrelevancia en una década
Syriza se consume en luchas internas y sólo atrae ya al 3,7% de los votantes
A los partidos de izquierda, sobre todo a los más radicales, les persigue una maldición:tienden a la división. Se rompen en luchas internas sin ... saber gestionar el éxito cuando consiguen un buen resultado electoral. En 2015, la formación Syriza enarboló la bandera contra la austeridad con que la Unión Europea ahogaba la economía griega y ganó los comicios parlamentarios. Se quedó a dos escaños de la mayoría absoluta. Alexis Tsipras, convertido en primer ministro del país, se elevó como un símbolo del pueblo frente al neoliberalismo de Bruselas. Ese fue su techo. Desde entonces, todo ha ido en caída libre. Grecia tiene hoy un gobierno conservador y en los últimos sondeos de intención de voto Syriza se hunde hasta apenas el 3,78%, muy lejos de la derecha de Nueva Democracia (29,2%) y de los socialistas del PASOK (15%). Del mando a la irrelevancia en apenas diez años.
Y la deriva no cesa. Syriza, que es el Podemos griego, eligió en 2023 a un nuevo líder, Stéfanos Kasselakis. Su perfil es un síntoma de las contradicciones internas del grupo. Viene de la élite económica:fue operador de Goldman Sachs y aparece en las pantallas como una estrella de cine. Joven y homosexual, deslumbró al principio con su imagen y se hizo, prácticamente de la nada, con las riendas del partido. Pero ese fogonazo no duró.
«Su primer discurso como secretario general en el comité central parecía el de un consejero delegado que anuncia despidos en una empresa», recuerda en 'Le Monde' Nasos Iliópulos, uno de los disientes que abandonó la formación para crear otro grupo. Le tacha de «neoliberal», un término maldito en la izquierda radical. En la elecciones europeas de 2024, Syriza se quedó en el 14,9% de los sufragios. Cuesta abajo. Kasselakis dimitió para crear su propio partido, Movimiento por la Democracia, y fue sustituido por Sokratis Famellos, que no ha variado la tendencia negativa.
Las escisiones han sido constantes y han troceado la formación en rebanadas
Desde 2015, Syriza se ha partido en rebanadas. Sus votos se van al PASOK o a los comunistas del KKE. Al reducirse su tamaño, tiene menos acceso a las subvenciones y menos repercusión más allá de Atenas. Corina Vasilopoulou, periodista y antigua militante del partido, cree que la crisis comenzó justo en el momento de mayor auge del partido, cuando llegó al Gobierno en 2015. Tsipras, entonces venerado como un nuevo mesías, sometió a referéndum las medidas de austeridad impuestas por Europa e hizo campaña por el 'no', que venció con el 61%. Pese a ese resultado y a haber comprometido su palabra, poco después dio marcha atrás y aceptó el rescate de la UE. Se inclinó y traicionó sus principios.
La primera escisión ya se produjo en 2015:25 diputados de Syriza crearon la plataforma Unidad Popular. Fue el inicio de un dominó de rupturas. Stelios Kouloglou, miembro del Parlamento Europeo, abandonó la formación en 2023 para presentarse como independiente en lugar de continuar en un partido que se había convertido «en una serie de Neflix». En una especie de 'Juego de Tronos'. Kouloglou había asistido a la implosión del proyecto revolucionario. Tsipras fue primer ministro entre 2015 y 2019, hasta que ese último año perdió las elecciones ante la derecha de Nueva Democracia, encabezada por el actual jefe del Gobierno, Kyriakos Mitsotakis. Los griegos relegaron las cuestiones ideológicas y confiaron a los conservadores la recuperación de la economía.
Dimite Tsipras
Tras otro frenazo electoral, Tsipras dimitió en junio de 2023. Muchos entre sus seguidores le veían como un dictador que no había querido repartir el poder. Prometió alejarse de los focos y dejar que el partido siguiera su curso sin marcarle el paso. Se abrió un proceso de primarias. Su puesto lo ocupó Kassilakis, con el 56% de los apoyos frente al 44% que obtuvo Efi Ajtsioglu, que había sido ministra de Trabajo con Tsipras. Ese proceso profundizó el cisma.
Kassikalis, a quien casi nadie conocía en Grecia, no frenó la sangría. Formado en Estados Unidos y excolaborador del Partido Demócrata de Joe Biden, irrumpió en el panorama político heleno para reflotar un barco que no dejó de hundirse. Apenas unos meses después de ocupar el liderato de la formación, varios de los rostros más conocidos de Syriza se largaron. Y. 1.300 afiliados firmaron un documento para acusar a Kassilakis por «intimidación». Su relevo, Sokratis Famellos, no ha dado con la solución. Eso dicen los sondeos. Syriza, como antes otros partidos de la izquierda radical, se consume en sus propios líos.
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