Francia sube el tono en la guerra contra la droga
«Es una amenaza existencial». Las autoridades galas multiplican las medidas para hacer frente al rampante comercio ilegal de estupefacientes: crean una fiscalía específica y encierran a los grandes narcos en la misma prisión
La consideran un símbolo de su voluntarista política contra el narcotráfico. La prisión de alta seguridad de Vendin-le-Veil, en el norte de Francia, ... abrió sus puertas el 22 de julio. Las autoridades galas quieren encerrar en ese centro penitenciario «a los 100 principales narcotraficantes del país», según el ministro de Justicia, Gérald Darmanin. «Ya han llegado 79 detenidos» a esa prisión, informó hace unos días el dirigente conservador.
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El Gobierno francés ha impulsado estos centros de alta seguridad inspirándose en el modelo italiano de las cárceles antimafia. Sus presidiarios son sometidos a un régimen especial de aislamiento. Están solos en sus celdas, únicamente pueden efectuar llamadas durante un máximo de dos horas cada semana y tienen prohibido cualquier contacto físico con las visitas que reciben, a excepción de sus hijos. También los cachean e inspeccionan sus pertenencias de manera sistemática. Además de miembros de las grandes bandas francesas, como los Yoda o los DZ Mafia, en la prisión de Vendin-le-Veil se encuentra Salah Abdeslam, el único yihadista vivo del comando que asesinó a 130 personas en los atentados perpetrados el 13 de noviembre de 2015 en París.
Los planes gubernamentales prevén la apertura en los próximos meses de una segunda prisión parecida en Condé-sur-Sarthe, en el oeste del territorio galo. Los detractores de este proyecto lo comparan con los «distritos de alta seguridad», abolidos en 1982 por el entonces ministro de Justicia, el socialista Robert Badinter, el mismo que acabó con la pena de muerte. La Asociación de Abogados Penalistas ha presentado un recurso ante el Consejo de Estado, al considerar que vulnera los derechos básicos de los presidiarios. Pese a esas críticas, el Ejecutivo se mantiene firme en su apuesta por esas prisiones, cuyo objetivo principal es evitar que los jefes y cuadros del narcotráfico sigan operando entre rejas.
Uno de los narcos más mediáticos entre los encarcelados en Vendin-le-Veil es Mohamed Amra, de 31 años y arrestado en febrero en Rumanía después de haber protagonizado en mayo del año pasado una sangrienta huida en la que dos agentes penitenciarios fueron asesinados en el peaje de una autopista. «Su caso representó un punto de inflexión en Francia. Sirvió para que tanto las autoridades como la sociedad se dieran cuenta de que hay delincuentes que entran en la cárcel por delitos menores y desde su interior progresan y se convierten en capos de las bandas, llegando a encargar asesinatos desde su celda», explica a este medio el periodista independiente Frédéric Ploquin, especializado en el mundo de la droga.
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Política férrea y voluntarista
Cuatro meses después de la espectacular evasión de la 'Mosca' -el apodo en el mundo del hampa de Amra-, llegó al Ministerio del Interior el conservador Bruno Retailleau, actual líder de la derecha tradicional de Los Republicanos. Junto con Darmanin (actualmente en Justicia, pero antes ya estuvo en Interior), ambos dirigentes han hecho de la lucha contra el narcotráfico una de sus prioridades. Apuestan por una política férrea tanto con los consumidores como con los vendedores de estupefacientes. Y casi cada mes anuncian una medida destinada a combatir esta lacra.
En junio, de hecho, entró en vigor una ambiciosa ley en esta materia. Además de las prisiones especiales, ese texto ha comportado la creación de una fiscalía especializada en la lucha contra el narcotráfico. Retailleau también adoptó a finales de julio una circular que otorga al equivalente de los delegados del Gobierno la potestad de prohibir a una persona que esté presente en un punto de venta de droga. Inspirándose en las políticas contras los ultras del fútbol, el Ejecutivo confía en obstaculizar la actividad en esas zonas, presentes especialmente en los barrios pobres y periféricos. Hay hasta 2.729 puntos de este tipo en Francia, una cifra que se ha reducido en los últimos años debido a la uberización del sector.
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La clave
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Inseguridad Más de 170 ciudades se vieron afectadas el pasado año por la violencia de los narcos
«Las autoridades multiplican los anuncios para intentar tranquilizar a la población, cada vez más preocupada por la violencia que generan los puntos de venta de estupefacientes. (…) Pero lo que echo en falta es que sus declaraciones vayan acompañadas de informes que justifiquen la eficacia de estas medidas, algo que por ahora no sucede», asegura la socióloga Marie Jauffret-Roustide, investigadora en la prestigiosa EHESS de París y experta en las políticas sobre las drogas.
«Un tsunami blanco»
Pese a las medidas impulsadas en los últimos meses, el mismo Retailleau ha reconocido que «por desgracia, siempre vamos con retraso» respecto a los narcotraficantes. Ha descrito este fenómeno como «un tsunami blanco» y una «amenaza existencial para nuestro país» en la parte preliminar de un informe reciente de la Oficina Antiestupefacientes, que ha podido consultar el diario Le Monde. Ese documento muestra un panorama preocupante para Francia, país estratégico para los narcos debido a su mercado interno y su ubicación geográfica central en Europa. A eso se suma su franja marítima, con puertos como el de Le Havre (noroeste), uno de los principales puntos de llegada de cocaína en el Viejo Continente, solo por detrás de los de Amberes y Róterdam.
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Las autoridades han reforzado los controles, cada vez más sofisticados, en los puertos de Le Havre y Marsella, así como en los aeropuertos de París. En 2024 incautaron hasta 54 toneladas de cocaína, prácticamente el doble que en 2023 (23). «No se trata forzosamente de una buena noticia, porque refleja el aumento de la producción de cocaína en América Latina -creció hasta un 34% entre 2023 y 2024, según datos de la ONU- y que los traficantes están inundando el mercado europeo», advierte Ploquin.
En el caso de Francia, hasta 3,7 millones de personas han tomado alguna vez en su vida esta potente droga sintética, cuyo precio ha bajado de manera significativa en los últimos años, pasando de 70 a 54 euros el gramo. «Mientras que en 2017 había 600.000 consumidores habituales de cocaína, en 2023 ya eran 1,1 millones», advierte Jauffret-Roustide. La principal droga en el país vecino resulta, sin embargo, el cánnabis, con más de cinco millones de consumidores.
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También han aumentado, según la Oficina Antiestupefacientes, las muertes relacionadas con los ajustes de cuentas entre bandas. En 2024, hubo hasta 110 asesinatos por ese motivo, lo que representa un 33% más que en 2023. Estos episodios ensangrientan cada vez más ciudades, tanto grandes como pequeñas. Fueron hasta 173 las afectadas el año pasado por peleas y homicidios de ese estilo. La única buena noticia en ese aspecto ha sido la ligera disminución de la violencia en Marsella, escenario de una brutal guerra entre los DZ Mafia y los Yoda hace dos años. Desde entonces, los decesos por la droga pasaron de 49 a 24 en 2024, y de momento ha habido nueve entre enero y julio de este año.
«Cuando hay una banda que domina la situación, eso contribuye a que dejen de matarse entre ellos», explica Hassen Hammou, fundador de la asociación 'Trop jeune pour morir' ('Demasiado joven para morir'), un colectivo que ayuda a los jóvenes marselleses a liberarse de las garras del narcotráfico. Este responsable asociativo lamenta que cada vez más adolescentes estén implicados en la violencia de las bandas. Ante esa preocupante tendencia, una lista creciente de ciudades (Nîmes, Béziers, Limoges, Saint-Ouen, Viry-Châtillon…) han aprobado toques de queda nocturnos para los menores de edad.
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Los representantes locales «quieren tranquilizar a la gente con este tipo de anuncios, pero la realidad es que muchas de esas ciudades no tienen suficientes agentes municipales para hacerlos respetar», recuerda Hammou. Este militante critica que «esté completamente ausente la parte social en la guerra que el Gobierno ha impulsado contra la droga». Además de «una bajada de las subvenciones para las asociaciones presentes en los barrios periféricos», en Francia se incrementó del 18,4% al 20,5% el porcentaje de población pobre durante la última década, según datos de Eurostat. Una tendencia que dificulta las políticas de prevención. Aquellas medidas destinadas a evitar que los jóvenes de las banlieues caigan en la telaraña de los narcos.
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