Un atentado con dos muertos durante el Yom Kippur sacude a la comunidad judía británica

Los servicios médicos confirmaron que dos personas murieron y cuatro más resultaron heridas con lesiones ocasionadas tanto por el vehículo como por arma blanca. Las fuerzas de seguridad del Gran Mánchester llegaron poco después y desplegaron a sus unidades armadas. Declararon de inmediato un «incidente grave» e invocaron la llamada 'Operación Platón', el protocolo que se activa en casos de atentados terroristas de gran escala o ataques de tipo 'marauding', en los que un agresor se desplaza de un lugar a otro para causar múltiples víctimas. La declaración de este nivel de alerta implica la coordinación instantánea de policías, ambulancias y bomberos, así como la activación de planes de emergencia en los hospitales de la zona.

La Policía identificó al hombre que perpetró el ataque terrorista como Jihad Al-Shamie, de 35 años, ciudadano británico de ascendencia siria, quien fue alcanzado por disparos de los agentes tras ignorar varias advertencias, solo siete minutos después de haberse recibido la primera llamada al teléfono de emergencia. Al-Shamie no había aparecido en el programa antiterrorista Prevent del Gobierno británico. También fueron detenidos dos hombres de unos 30 años y una mujer de unos 60 en relación con el ataque, bajo sospecha de comisión, preparación e instigación de actos de terrorismo.

Un testigo llamado Gareth, conductor de una furgoneta de reparto que se encontraba en las inmediaciones, explicó a la cadena BBC que al principio pensó que se trataba de un accidente de tráfico. Sin embargo, al acercarse vio a «un hombre sangrando en el suelo» y a otro «con un cuchillo apuñalando la ventana de un edificio cercano intentando entrar», en alusión al agresor. Añadió que los agentes llegaron «en cuestión de segundos» y que, tras darle «un par de advertencias» sin éxito alguno, «le dispararon y cayó al suelo». Según su testimonio, el individuo intentó reincorporarse y fue entonces cuando los policías le tirotearon de nuevo.

Su fallecimiento fue confirmado horas después. El sospechoso llevaba en su cuerpo un objeto que requirió la presencia de una unidad de desactivación de explosivos, que luego detalló que era «un artefacto no viable».

En el momento del atentado había cientos de personas en la sinagoga y un buen número en la calle. La Policía elogió la «valentía» de los fieles y de los vigilantes del templo, que lograron impedir la entrada del agresor. Uno de los ciudadanos que asistía a la ceremonia explicó: «Oímos cuando llegó la Policía, escuchamos disparos. Luego entraron los policías y nos sacaron de la parte central de la sinagoga. Nos trasladaron a un lugar seguro en el pasillo trasero y luego nos sacaron del recinto. Todo fue confuso».

El ataque se produjo en Yom Kippur, la jornada más sagrada del calendario judío, un día de ayuno, oración y asistencia masiva a las sinagogas. Este hecho añadió un elemento de gran conmoción entre los fieles y la comunidad judía británica. Nigel Tobias, miembro del Consejo Representativo Judío de Mánchester, mostró su convencimiento de que «el Reino Unido ha convertido a Israel en un Estado paria y, por lo tanto, la mayoría de los judíos que se identifican como sionistas, o son considerados sionistas, se han convertido en un objetivo».

El primer ministro hebreo, Benjamín Netanyahu, envió desde Israel su adhesión a las familias de las víctimas y sentenció: «Como advertí en la ONU, la debilidad ante el terrorismo solo trae más terrorismo. Solo la fuerza y la unidad pueden derrotarlo». Por su parte, el ministro de Exteriores, Gideon Sa'ar, culpó a las autoridades británicas de «no haber tomado las medidas necesarias para frenar esta ola tóxica de antisemitismo y han permitido efectivamente que persista».

Los asesinatos conmocionaron a la clase política del Reino Unido y de otros países. No en vano, justo un día antes las fuerzas de seguridad arrestaron en Berlín a tres presuntos miembros de Hamás asentados en Alemania cuando compraban armas y munición para atacar sinagogas y otros edificios judíos.

El primer ministro británico, Keir Starmer, interrumpió su estancia oficial en Dinamarca, en el contexto de la cumbre de la Comunidad Política Europea que se celebra en Copenhague, para regresar a Londres y presidir una reunión de emergencia del comité Cobra, el órgano de coordinación gubernamental en caso de crisis. En un comunicado difundido a media mañana, el 'premier' afirmó: «Estoy horrorizado por el ataque en una sinagoga en Crumpsall. El hecho de que haya tenido lugar en Yom Kippur lo hace aún más espantoso». Más tarde, el jefe del Ejecutivo confirmó que se desplegarían «recursos policiales adicionales» en sinagogas de todo el país. «Haremos todo lo necesario para mantener a salvo a nuestra comunidad judía».

Desde la oposición, la líder del Partido Conservador, Kemi Badenoch, calificó lo sucedido de «ataque vil y repugnante contra la comunidad judía en su día más sagrado», mientras que el rey Carlos III y la reina Camila se mostraron «profundamente conmocionados y apenados». El alcalde del Gran Mánchester, Andy Burham, destacó el miedo y la tristeza que el atentado generó en la sociedad.

Lamentablemente, el episodio de este jueves no es aislado. El Reino Unido ha vivido en los últimos años actos de violencia vinculados a motivaciones extremistas, tanto islamistas como de ultraderecha, y las sinagogas, al igual que las mezquitas y otros templos religiosos, se encuentran desde hace tiempo bajo medidas especiales de protección. De hecho, el primer ministro señaló que el terrorista «atacó a judíos por ser judíos y atacó a Gran Bretaña por nuestros valores». antes de añadir que no se trata de un odio nuevo, sino de uno que «vuelve a crecer» y que el país debe «derrotar una vez más», apostilló Starmer, cuya esposa es judía y sus hijos son educados en esta fe.