Trump globaliza sus ataques contra la Prensa
La batalla del presidente de EE UU contra los medios cruza fronteras tras su millonaria demanda a la cadena británica BBC por la edición de un vídeo donde aparecía el republicano
Mucho antes de que Donald Trump fuera presidente de Estados Unidos ya era un personaje de libro. En concreto, de ese que utilizó como prototipo ... la American Bar Association en su artículo sobre los 'libel bully' para definir el uso y abuso de las leyes contra la difamación por parte de quienes las utilizan para acosar e intimidar a sus críticos. Desde que en 1984 denunciase al 'Chicago Tribune' y a su crítico de arquitectura, Paul Gapp, por calificar de «ridiculez» su proyecto de construir el rascacielos más alto del mundo en un antiguo vertedero de Manhattan, el magnate o su empresa han interpuesto más de 4.000 demandas, según la cuenta que sacó en 2016 el diario 'USA Today'.
El republicano, advertía la revista 'Communications Lawyer', «es un 'libel bully', pero también un 'libel loser' (perdedor de libelos)», sin que ello le desalentase. «Como la mayor parte de los 'bullies', también es un perdedor», publicaba ese medio. «Sus demandas son buenas para acosar y drenar la cuenta bancaria de los críticos, pero al final pierden en los tribunales», ahondaba.
En 2013, tras perder la demanda que había presentado contra el escritor Timothy O'Brien -autor de 'Trump Nation: The Art of Being the Donald'-, el hoy presidente de EE UU confesó a 'The Washington Post' haber mantenido a O'Brien enredado en los tribunales durante cinco años por haber publicado que su fortuna era de entre 150 y 250 millones de dólares, cuando él afirmaba valer entre 5.000 y 6.000. «Lo hice solo para destrozarle la vida», dijo con cinismo. «Yo me gasté un par de dólares en abogados, pero ellos se han gastado muchos más».
Esa lección la aprendió de su primera demanda contra el 'Chicago Tribune', en la que el diario invirtió millones de dólares en ganarle. La Universidad de Harvard, que tiene los mejores abogados del mundo, también ha descubierto este verano que se puede perder ganando. Para cuando termine el proceso judicial en marcha, se habrá quedado sin tantos estudiantes internacionales y posibilidades de subsidios que la victoria será pírrica.
Disculpas públicas
La cadena BBC está descubriendo lo mismo. La edición de un discurso de Trump de una hora a unos cuantos segundos le ha costado la dimisión de dos de sus máximos responsables -el director general, Tim Davie, y la jefa de noticias, Deborah Turness- además de hundir al ente británico en una de sus peores crisis. El presidente y su círculo se han encargado de explotar el error confesado por sus ejecutivos en una disculpa pública que puede debilitar su caso ante los tribunales, donde el republicano insistió el viernes en llevar el asunto con una demanda de entre 1.000 y 5.000 millones de dólares (entre 860 y 4.300 millones de euros al cambio). El magnate ha aprendido con sus miles de pleitos que nunca se puede admitir una equivocación.
BBC says sorry to Donald Trump for Panorama edit of speech, but rejects his demand for compensation https://t.co/D3Brj9vraf
— BBC Breaking News (@BBCBreaking) November 13, 2025
El magnate tenía a la radiotelevisión pública británica en su punto de mira desde hace mucho. «Cada vez que viajo al Reino Unido con el presidente Trump y me veo obligada a ver la BBC en las habitaciones del hotel, se me arruina el día al escuchar su descarada propaganda y las mentiras que dicen del presidente de Estados Unidos y todo lo que está haciendo para mejorar EE UU y hacer del mundo un lugar más seguro», aseguró la portavoz de la Casa Blanca, Karoline Leavitt. Desde su púlpito oficial ha caracterizado a la prestigiosa cadena como «una máquina de propaganda izquierdista» que publica noticias «100% 'fake'».
Como hiciese este mismo año con otros medios de prestigio como 'The Wall Street Journal', CNN, ABC, CBS o 'The New York Times', la cruzada de intimidación ya no tiene fronteras. En paralelo, su Gobierno ha intensificado auditorías fiscales a conglomerados de medios, ha insinuado revisar licencias de emisión y ha fracturado los modelos de financiación de cadenas públicas. Con cada demanda o amenaza redefine los límites de lo publicable. Cuanto más grandes y famosos, más impacto tendrá el caso. Y cuanto más estratosférica sea la cifra, mayor eco. Trump cuenta con el efecto amplificador de los medios para trasladar su campaña de intimidación.
300.000 dólares
es la compensación máxima que podría recibir Donald Trump por este caso en el Reino Unido, donde la acción de la BBC habría prescrito. El valor de la demanda que el presidente de EE UU asegura que presentará la próxima semana rondaría entre los 1.000 y los 5.000 millones de dólares.
Los expertos creen que en el caso de la BBC, como en la mayoría, tiene pocas posibilidades de triunfar. El juzgado de Florida en el que amenaza con presentarla la próxima semana puede decidir fácilmente que no es la jurisdicción adecuada, ya que el documental en cuestión, 'Trump: A Second Chance?', no se emitió en EE UU. Y en el Reino Unido, donde la compensación económica máxima de 300.000 dólares (unos 258.000 euros) se queda muy corta de sus expectativas, la acción ya habría prescrito.
Nada de eso importa. Para Trump los litigios son armas de combate político y mediático que sirven para alimentar la narrativa de persecución y proyectar fuerza ante su electorado más fiel. La victoria no la dictará un juez, sino que consistirá en poner a la Prensa a la defensiva y establecer, por desgaste, los límites de lo que puede contarse, demanda a demanda. Los tribunales se han convertido en una prolongación de su autoridad y un mecanismo de disciplina, por lo que no es improbable que otras cadenas europeas acaben siguiendo el mismo camino.
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