Trump devuelve la oración a las escuelas y da por muerta la cultura 'woke'
El presidente estadounidense celebra que la academia militar de West Point haya cancelado el homenaje al actor Tom Hanks
El presidente Donald Trump convirtió este lunes el Museo de la Biblia en el escenario de su victoria sobre lo que denomina la 'cultura woke'. « ... Está prácticamente muerta, aunque como las malas hierbas, hay que vigilar que no vuelva a crecer», proclamó ante un auditorio de pastores, obispos y activistas conservadores, a los que les ha prometido, entre otras cosas, devolver las oraciones a las escuelas.
Para el presidente que se atribuye haber acabado con siete guerras en seis meses y con la delincuencia de Washington DC en dos semanas, los ocho primeros meses de su mandato han bastado para erradicar de las instituciones la agenda progresista que, según dijo, se había infiltrado en la educación, el ejército y la vida pública. Y esa erradicación nadie la cuestiona.
Como ejemplo señaló a la academia militar de West Point, a la que siempre ha admirado, pero especialmente después de que este fin de semana se conociera que ha cancelado un homenaje al actor Tom Hanks. El protagonista de 'Salvar al soldado Ryan' y productor de la miniserie de culto 'Band of Brothers' es un símbolo del cine patriótico estadounidense y filántropo de los veteranos de guerra. Los sectores conservadores protestaron airadamente por su apoyo a causas progresistas y a campañas de diversidad. West Point ha preferido quedar bien con el comandante en jefe, lo que Trump celebró este lunes como un signo de que la academia «vuelve a estar orgullosa de su herencia».
Trump no dejó pasar la ocasión para presumir de haber presionado personalmente al Museo Smithsonian, al que acusó de mostrar «solo lo malo de nuestro país», para que haga «grandes cambios» que muestren los logros y «cosas positivas de EE UU. Se refería, en concreto, a las exposiciones sobre la esclavitud y la menciones sobre sus dos juicios de 'impeachment', que el museo ha eliminado sin admitir una influencia directa de la Casa Blanca, hasta que Trump este lunes se dio crédito por ello. «Hemos devuelto el orgullo a nuestras instituciones», proclamó.
Se trataba también de vincular la lucha contra lo 'woke' con su plan de devolver la oración a las escuelas públicas. El mandatario anunció que el Departamento de Educación emitirá en breve nuevas directrices para proteger el derecho a rezar en las aulas, que según él habían sido sustituidas por «propaganda antirreligiosa».
«Locura transgénero»
Como prueba, relató el caso de un niño de California obligado a leer en clase un cuento sobre identidad de género, así como testimonios de estudiantes cristianos que aseguraron haber sufrido discriminación por su fe. «Desde el primer día cortamos la financiación federal a las escuelas que impulsan la locura transgénero», presumió. «La política oficial de Estados Unidos es que sólo existen dos sexos: masculino y femenino».
La otra pata de su guerra cultural son las universidades, donde hasta ahora había usado como excusa el antisemitismo, pero este lunes admitió sin tapujos que es parte de su lucha contra el progresismo. Trump detalló que su gobierno tiene abiertas más de sesenta investigaciones por violaciones de libertades civiles y religiosas y presumió de que la Universidad de Columbia ha pagado una suma «sin precedentes» de 200 millones de dólares, básicamente en sanciones y compensaciones». El presidente avanzó que muchas otras instituciones claudicarán también. «Van a empezar a comportarse», prometió. «Durante años nos os dejaban tener voz, acallaron las voces de fe y amplificaron las más siniestras. Esto se acabó, no lo vamos a permitir».
Otro de los logros de los que presumió fue acabar con la enmienda Johnson, que desde 1954 limitaba la participación política de los líderes religiosos al considerar que su estatus de exención fiscal les impedía pronunciarse sobre política en las Iglesias. «Les devolví la voz que les habían quitado», se vanaglorió.
Entre la audiencia que llenaba la sala del Museo de la Biblia, al que ha donado la Biblia familiar sobre la que juró el cargo, se encontraba el cardenal Timothy Dolan, «un hombre altamente respetado», dijo, con el que presumió de haber trabajado en su primer mandato. «Ayudé económicamente a tu iglesia y a tus escuelas», le recordó.
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