Kamala Harris no se rinde y sopesa volver a presentarse a la presidencia de EE UU
La exvicepresidenta que perdió las elecciones frente a Donald Trump ha ganado presencia mediática en los últimos tiempos y sopesa resarcirse del trauma que le dejó la derrota
De las cenizas de la derrota electoral que hace un año alumbró el segundo mandato de Donald Trump emerge el pulso entre lo nuevo y ... lo viejo dentro del Partido Demócrata. La sangre joven y enardecida de Zohran Mamdani, un inmigrante de 34 años nacido en Uganda que el martes se erigió en el primer alcalde socialista de Nueva York, frente a la resistencia de la vieja guardia a dejar paso.
«No he acabado», advirtió la semana pasada a la BBC la ex vicepresidenta y ex candidata presidencial Kamala Harris. De acuerdo a la tradición de un país que desprecia a los perdedores, toca sufrir en silencio la humillación de la derrota. Pero la gira promocional de su libro sobre la campaña electoral que perdió en '107 días' le ha dado a Kamala Harris la oportunidad de hablar más de lo esperado. De esas entrevistas se deduce lo que aún no sería correcto decir: que lleva clavada la espina de haber podido ser la primera mujer presidenta de EE UU y aún podría volver a intentarlo en 2028.
«No lo he decidido»
«No lo he decidido. Sinceramente, no lo he decidido. Puede que lo haga o puede que no. No lo he decidido», dijo. Hace un año, la derrota la cogió tan por sorpresa que ni había hablado de esa posibilidad con su marido, confesó en septiembre durante la presentación del Town Hall de Nueva York. «Así de traumático fue para nosotros, así de convencidos estábamos en la victoria», admitió.
El libro de sus memorias de campaña surgió como un ejercicio terapéutico para trasmutar aquel trauma, pero puede convertirse también en su catarsis. Entrevista tras entrevista, el relato le ha devuelto la fuerza para luchar contra el hombre que la venció en las urnas. «¡Nos negamos a arrodillarnos ante un tirano!», gritó encendida la semana pasada en el escenario de Los Angeles donde apareció por sorpresa para pedir el voto por la Propuesta 50. Con ese referéndum California ha aprobado rediseñar los distritos electorales del Congreso para compensar los cinco que el Partido Republicano ha creado en Texas para que Trump pueda retener el control de la Cámara Baja en las legislativas de noviembre próximo.
Estados Unidos es, desde hace mucho, un país que vive en campaña permanente. Ese vértigo político constante hace que «las primarias en la sombra comiencen prácticamente el día de la investidura del nuevo presidente», ha dicho Jesse Lehrich, ex asesor de comunicación de Hillary Clinton. En 2015, su jefa no pudo anunciar sus intenciones electorales hasta que el vicepresidente Joe Biden descartó presentarse ese año, como ningún otro peso pesado del partido se atrevió a competir con él cuando el presidente decidió aspirar a la reelección. Existe un código no escrito dentro del partido que da prioridad jerárquica a los barones. El mismo que impedirá que otros lancen su sombrero al ruedo hasta que Harris aclare oficialmente sus intenciones políticas.
Un partido descabezado
s aspirantes trazan alianzas y mueven ficha en silencio, preparando sus posiciones para cuando se abra la veda. Así, el gobernador de California, Gavin Newsom, que la invitó a ese acto de campaña de Los Ángeles, ha hecho giras por Carolina del Sur que parecen responder más a un posicionamiento electoral en ese estado decisivo de las primarias, que a sus labores de gobierno.
Mientras personajes como Newsom intentan elevar su perfil público, Harris tiene acumulados muchos réditos de su trayectoria como senadora, vicepresidenta y candidata presidencial, que le dan inicialmente un 37% de la intención del voto demócrata en las primarias del partido. The New York Magazine la describía esta semana como «una figura conocida con asuntos pendientes», y señalaba que sigue siendo «la única demócrata con una infraestructura nacional probada y un nivel de reconocimiento que va más allá de los frikis de la política».
A la vez, la propia revista la descartaba citando a un consultor demócrata que ha trabajado en múltiples campañas presidenciales. «Ella es irrelevante», decía este. «No lograría recaudar el dinero necesario para montar la organización que necesita. Sería un desastre total».
En su ansia por encontrar un sucesor, el Partido Demócrata no parece contar con la heredera de Biden, a quien se culpa del gobierno de Trump. Nadie parece dispuesto a darle una segunda oportunidad, al menos mientras el país siga traumatizado por esa presidencia.
Las elecciones de esta semana han demostrado que en solo un año de Trump las mujeres demócratas que han ganado los gobiernos de Nueva Jersey y Virginia este martes han sido capaces de mejorar los resultados. En noviembre pasado Harris ganó Nueva Jersey por 5,4 puntos, pero la congresista demócrata Mikie Sherrill lo ha hecho por 13. Y en Virginia, Harris ganó por 5,8 puntos, mientras Abigail Spanberger lo ha hecho por 15.
«Nunca he hecho caso a las encuestas. He vivido toda mi carrera dedicada al servicio público, lo llevo en la sangre. Y hay muchas maneras de servir», advirtió enigmática Harris.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión