Venden un trozo de tostada mordida por George Harrison en 1963 por miles de libras
La pieza, que ya fue subastada en 1992, fue guardada por un amigo de la familia del guitarrista de los Beatles
El Norte
Miércoles, 26 de febrero 2025, 19:39
Un trozo de tostada mordido por George Harrison en 1963 se ha vendido por varios miles de libras en una subasta. La pieza de desayuno, conservada durante 62 años en una página de un álbum de recortes junto a colillas de cigarrillos y pelusas de la funda de la guitarra de John Lennon, perteneció originalmente a Sue Houghton, una fan de los Beatles que a los 15 años entabló amistad con la familia Harrison, y durante una visita a su casa, vio una tostada sin terminar en el plato de George y se la metió en el bolsillo.
Houghton la colocó en su álbum de recortes y escribió: «Trozo del desayuno de George. 2-8-63», una fecha importante en la historia de los Beatles, ya que el grupo acababa de regresar a Liverpool tras siete semanas de ausencia para tocar en el Grafton Rooms de Merseyside, y al día siguiente sería su última actuación en The Cavern Club. Bob Wooler, animador del club, recuerda que Brian Epstein, mánager de los Beatles, les prometió que volverían algún día, pero debido a su meteórico ascenso a la fama este regreso nunca llegó a producirse.
Los restos de tostada, que ahora están enmarcados en cristal de museo con protección ultravioleta, salieron a subasta por primera vez en 1992, cuando Hougthon los vendió a través de la casa Christie's por 1.300 libras para ayudar a financiar las reformas de su casa.
Su nuevo propietario, el comerciante de recuerdos Joseph O'Donnell, no ha querido revelar cuánto ha pagado por el objeto, aunque los expertos calculan que como mínimo, el precio se habrá triplicado.
«Es una historia brillante, a la vez extraña e histórica, que seguiré contando a amigos, coleccionistas de recuerdos y otros fans de los Beatles», ha dicho O'Donnell, que ahora posee un objeto que se convirtió en una broma interna entre los Beatles.
En 1999, Paul McCartney declaró al diario alemán Der Spiegel que sus hijos se burlaban de él por dejar el desayuno sin terminar, exagerando la historia de la tostada de George, que según él se vendió por error «por 40.000 dólares», según dijo al diario alemán Der Spiegel. McCartney dijo que su familia escondía con humor la comida que le sobraba, diciendo cosas como: «Papá, no hace falta que te acabes el panecillo', o '¿De verdad quieres medio huevo?».
Vdad o mentira
Sin embargo, el propio George dudó de que la historia de O'Donnell, el que se llevó la famosa tostada de su casa, sea cierta. En 1992, año de la primera subasta, el guitarrista dijo a la revista Vox: «Hoy leo que una tostada «totalmente autentificada», mordida una vez por George Harrison, va a salir a subasta. Bueno, ¡yo nunca la dije que fuera auténtica! Eso es una gilipollez'. Todo esto no me gusta nada. Siempre me comí todas mis tostadas, nunca dejé ninguna. La locura es que haya gente que venda estas cosas y gente que las compre. Es como si fuera una broma de los Monty Python: ¿cuánto pagarían por un trozo de sudor? ¿O por un trozo de cera?».
Los Beatles han protagonizado multitud de subastas. Una carta de John Lennon a Phil Spector en la que culpa al batería de The Who, Keith Moon, y al cantautor Harry Nilsson de orinar sobre una consola en un estudio de grabación de Los Ángeles, se vendió por 6.000 libras. Una cuchara de madera firmada por John y Yoko y entregada en un ciclo de cine que organizaron en el ICA de Londres en 1969, se subastó en Christie's por 1.200 libras.
Pero, mucho más caro le salió al comprador el trozo de pared de plástico de 1,2 por 1,2 metros, perteneciente al atrezzo de The Ed Sullivan Show, que fue firmado por los cuatro Beatles el día de su histórica primera visita al programa de televisión estadounidense. Dibujaron unas caras garabateadas que medio siglo después, rozarían el millón de libras. Pero la palma de excentricidad se la lleva un dentista de Canadá, Michael Zuk, que pagó la friolera de 30.000 libras por uno de los dientes desechados de John Lennon. Lo más inquietante es que el comprador empezó a secuenciar el ADN de la «muela descolorida» con la esperanza de clonar al cantante.