Consulta la portada de El Norte de Castilla
Días felices. El 19 de julio de 1958 Peter Collins acaba de ganar el GP de Gran Bretaña.
Coches, pilotos e historias

Louise y Peter, a fondo

El británico Collins pensaba que tendría tiempo para ser campeón del Mundo

Santiago de Garnica

Sábado, 4 de octubre 2014, 12:30

Louise y Peter. Sería el perfecto título de una película. En realidad su vida debería haber inspirado a más de un director, pero al tiempo. El tiempo para Collins era un enemigo aunque el no lo sabía. Pensaba que le sobraba y lo consumía a gran velocidad: la vida era una fiesta. Se encontró con Louise un 4 de febrero de 1957 y se casó el día 11, una semana después. Ella era hija de un alto diplomático americano que en contra de sus padres había decidido hacerse actriz. Y era una buena actriz de teatro hasta el punto que en Hollywood la propusieron un contrato de siete años. Pero sabía como los estudios trataban a las actrices y rehusó. También le gustaban los coches y corría con un Austin Healey algunos rallyes. En el ambiente de las carreras conoció a Stirling Moss. Un día Moss le dijo a Peter Collins que le acompañara a una función de teatro para ver a una actriz que le iba a gustar. Al finalizar la misma se encontraron en el bar del teatro y a la semana siguiente se casaron. A los padres de Louise no les gusta el matrimonio de su hija con un piloto y a los de Peter tampoco que su hijo compartirse la vida con una actriz.

Publicidad

Peter Collins es ya un piloto de fama. Corría en Fórmula 1 desde 1952. Pero su primer gran éxito llegó con los sport, en 1955 cuando con Mercedes y en compañía de Moss gana la Targa Florio.

Un año después corre para el equipo Ferrari de Fórmula 1. Es su hora o al menos eso piensa todo el mundo. Monza, última prueba de la temporada. El título se juega entre dos pilotos de la Scudería del Cavallino: Fangio y el propio Collins. La verdad es que Collins lo tenía más difícil pues para hacerse con el campeonato debía ganar y Fangio abandonar.

A mitad de carrera al coche de Fangio se le rompe la suspensión y debe retirarse. Collins va segundo tras Moss cuando entra en boxes para repostar y ve a Fangio sentado. Le hace una seña al argentino y le cede el volante (el reglamento lo permitía entonces entre compañeros de equipo): «Fangio se merece ese título y yo aún tendré tiempo». El gesto del joven frente al veterano le convierte en un héroe a los ojos de los británicos.

Para Peter las carreras son importantes pero aún más la vida con Louise: viven de circuito en circuito en los mejores hoteles disfrutando del lado bueno del automovilismo, como de una fiesta continua.

El accidente fatal de Eugenio Castellotti en Modène unas semanas después de su matrimonio y luego la muerte de Fon de Portago en las Mil Millas de 1957 hacen que Louise descubra la cara amarga del deporte. Peter la hace ver que esto forma parte de la vida del piloto profesional que puede terminar en cualquier instante cuando a toda velocidad una pequeña pieza se rompe. Y por eso hay que disfrutar de cada momento a fondo.

Publicidad

A Enzo Ferrari el carisma, la alegría vital de su piloto británico, eso que un francés llamaría «la joie de vivre» le entusiasma y aún más cuando ve como Peter hace esfuerzos por hablar en italiano. Así tras la muerte de su hijo Dino en 1956, Enzo vuelca su afecto en el corredor inglés y junto a su mujer invitan en 1958 a Peter y a Louise a instalarse en su casa particular de Maranello, un raro honor. Pero a Peter le entusiasman los barcos. Había tenido el Genie Maris, anclado en el puerto de Dartmouth y luego lo cambiará por el Mopooka, un yate que lleva al puerto de Mónaco y en el que van a vivir él y Louise entre carrera y carrera. Para Enzo Ferrari y su mujer la marcha del matrimonio es un gran disgusto.

Comienza la temporada de 1958. Peter tiene en el equipo como compañero a su íntimo amigo Mike Hawthorn. Tras el triunfo en Reims , GP de Francia, Mike está mejor colocado en la clasificación pero Peter gana en Gran Bretaña y con una victoria cada uno, los dos amigos abordan el Gran Premio de Alemania, en el Infierno Verde del viejo Nurburgring.

Publicidad

La relación entre Peter y el Commendatore no pasa por el mejor momento. La retirada en Le Mans no ha gustado a Enzo (también se rumorea que no ha perdonado la marcha del matrimonio a Mónaco) y Peter quiere ganar la carrera para demostrar a Enzo que tiene un puesto en el equipo con todo el merecimiento.

En la carrera un magnífico Moss va primero con el Vanwall hasta que rompe la magneto. Brooks, Collins y Hawthorn le toman el relevo y van alternándose en cabeza de la prueba rodando más allá de los límites de sus coches. «Íbamos a fondo en todas partes», contará más tarde el ganador Tony Brooks.

Publicidad

Collins va pegado al Vanwall de Brooks que a pesar de una mejor estabilidad, no logra deshacerse de los Ferrari. En la vuelta once en la bajada de Pflantzgarten saltan la pequeña elevación de la pista que precede a un doble giro a derecha. Brooks entra en la curva a tope y Collins le intenta seguir pero las ruedas traseras del Ferrari derrapan y el contravolante de su piloto no logra mantenerlo en el asfalto. El monoplaza rojo sale por la izquierda de la pista e impacta contra un árbol.

A Peter se la había acabado su tiempo.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

0,99€ primer mes

Publicidad